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El ADN de López Obrador.

Andrés Manuel López Obrador tiene tres objetivos para el corto plazo, en mi opinión:

  1. Consolidar su narrativa, en donde el régimen “conservador” de antes, aquel que llama neoliberal, es el que tiene hundido al país y no le permite avanzar en su pretendida transformación.
  2. Atrapar la conversación pública, para tratar de seguir implantando una idea que refuerza lo anterior: el Poder Judicial y todos los organismos autónomos del país, están “podridos” y no son dignos de su confianza.
  3. Construir el terreno perfecto para que, destruidas en imagen y reputación las instituciones públicas mencionadas, sea más fácil de edificar las instituciones que él desea.

El Presidente de México, se visualiza así mismo y actúa como un Autócrata que no reconoce y mucho menos respeta el régimen político que le ha permitido ser Presidente de la Nación, pero, además, es el mismo régimen que está gobernando muy a su pesar.

Un Autócrata, es aquella persona que gobierna o desea gobernar por sí solo, concentrando todo el poder y gozando de una autoridad ilimitada; es como un Monarca de siglos pasados, que tenía poderes ilimitados de cielo y tierra sobre sus súbditos. Así pretende ser, López Obrador.

Y una muestra más de sus arrebatos antidemocráticos, la mostró el fin de semana recién pasado, cuando en un evento público dijo: “Jueces, magistrados, ministros, están al servicio de intereses creados y tienen una mentalidad, muy conservadora, ultraconservadora […]”. “Y no seré, se los digo con toda claridad, rehén de nadie. El Presidente de México no puede ser rehén de personas o de grupos, por poderosos que sean, por influyentes que sean, por combativos que sean, siempre debe prevalecer la justicia en todo caso y la verdad, la justicia y la verdad que nos hará libres siempre”.

Lea con atención las palabras del Presidente.

Estas frases las dijo en un contexto, en donde explicó su molestia porque ciudadanos se están amparando para evitar, aquello que consideran un exceso de poder de parte del Presidente mexicano. Desde luego, a López Obrador le molesta que exista un Poder Judicial que sea un equilibrio en el ejercicio del poder, y en lugar de manifestarse a favor de una República Democrática, cuando percibe desventajas judiciales y procesales, arremete contra el Poder encargado de hacer valer el Estado de Derecho.

¿Sabe usted por qué no se ha expresado igual ahora que el Poder Judicial, a través del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le ha venido dando triunfos a los candidatos de su Partido, el Morena?

Finalmente, este Tribunal Electoral Federal, es parte del Poder Judicial de la Federación, y están calificando las elecciones recién pasadas en donde su Partido resultó victorioso en una mayoría de casos.

¿Por qué no desacredita los resultados del Tribunal Electoral Federal? No lo hace, porque esos triunfos le convienen.

Un Autócrata, cuando se siente atrapado por el Estado de Derecho, busca la manera de hacerse con el control de las instituciones a través de leyes y procedimientos.

La diferencia entre un Autócrata y un Dictador, es que éste viola las leyes a pesar de los contrapesos que tiene. El Autócrata procurará no brincarse las leyes, pero sí buscará cambiarlas a su favor lo antes posible, utilizando aquellas reglas del juego democrático que le puedan servir.

Por eso, ustedes solo ven y escuchan que López Obrador golpea a las instituciones públicas que no se someten a lo que desea, como el Instituto Nacional Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación o al propio Poder Judicial.

Regresemos a la frase del fin de semana de López Obrador. Trate de apreciar el peligro de sus palabras. Dijo: “El presidente de México no puede ser rehén de personas o de grupos, por poderosos que sean, por influyentes que sean, por combativos que sean, siempre debe prevalecer la justicia en todo caso y la verdad […]”.

Es decir, para él, los del Poder Judicial son poderosos e influyentes, pero en este País, solo él y el Poder Ejecutivo que dirige, pueden ser los poderosos e influyentes. ¿No hay más allá del Poder Ejecutivo?

Al referirse a la justicia y la verdad, se refiere solo a lo que él sabe y entiende de estos conceptos que, por cierto, solo entiende lo que le conviene: su justicia y su verdad, pero se equivoca, porque la verdad jurídica del Poder Judicial, es la que debe prevalecer, y esa con mucha frecuencia, lleva a la justicia.

López Obrador está convertido en un distorsionador de las cosas; se le agota el tiempo de gobierno y se muestra más desesperado y más beligerante.

Una autocracia con ideas dictatoriales no está lejos en este País. Se puede ver a la distancia.

* El autor es consultor, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.

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