“No basta la libertad de expresión para que nazca el amor a la verdad”
Octavio Paz
La sección inaugurada en las conferencias matutinas sobre “quién es quién en las mentiras”, es una estrategia de manipulación de la realidad que se monta ante nuestros ojos y que tiene varios objetivos, el más importante de ellos es generar una percepción distinta a la realidad, es decir, nos propone vivir en un mundo de mentira, en donde extirpemos la verdad de nuestras vidas y se imponga la post verdad que le sirve al poder.
La verdad puede ser muy dolorosa, por eso los mexicanos preferimos ignorarla, esconderla, manipularla, olvidarla, minimizarla y negarla, sin embargo, sigue ahí, es real y no importa cuantas post verdades se produzcan para tratar de esconderla, es necia y poderosa, siempre sale a luz y deja consecuencias.
Recuerdo una historia real que conocí, de abuso sexual a una menor por parte de un de los integrantes de su familia, que sale a luz después de muchos años, la primera reacción fue de indignación pero no quisieron denunciar, por el contrario, decidieron proteger al delincuente haciendo alusión al sufrimiento que la verdad generaría en su madre enferma. No importaron los argumentos que, hasta con desesperación, se presentaron sobre el peligro en el que estaban otras niñas, el daño emocional que el hecho había generado en la víctima y la forma en la que eso había afectado su vida. La verdad, insoportable y dolorosa, debía esconderse, ese fue el consenso familiar.
Tal como ocurrió en esta familia, y en miles más según las estadísticas y la cifra negra del abuso infantil, es muy probable que la sociedad mexicana acepte con cierto alivio pasajero este montaje que ocurre desde el poder, pues reconocer la verdad puede ser muy doloroso e insoportable.
El problema está en que la realidad no deja de serlo y es también dolorosa, a pesar de que de forma intencional y sistemática se produzca una estructura de mentiras en calidad de post verdad. La verdad de la realidad seguirá impactando en nuestras vidas, sus consecuencias en la economía, la salud, la seguridad, la educación, el crecimiento, la destrucción del medio ambiente y un largo etcétera, se mostrarán cada vez de forma más cruda en nuestra cotidianidad.
Un asalto, secuestro o extorsión, la muerte de un familiar por falta de atención y medicamentos o el desempleo, son realidades que aunque duela es necesario reconocer porque están ocurriendo. El primer paso para resolver un problema es reconocer que existe, y eso es precisamente lo que no está pasando, si demoramos más tiempo como sociedad para aceptarlo y el gobierno en actuar en consecuencia para darle solución o por lo menos contenerlo, el pronóstico no es halagüeño para nuestra nación.
Decía Octavio Paz que se requiere de salud moral para reconocer la verdad, que la mentira nace de la pobreza física y espiritual; él mismo se preguntaba si el mexicano sería capaz de utilizar toda la energía estancada y enfermiza que usamos para aliviarnos con las mentiras, para reconocer de una vez nuestras verdades.
Esta consultora piensa que las y los mexicanos sí somos capaces de reconocer la verdad por muy dolorosa que ésta pueda ser, en ello la función de una comunicación política asertiva y el ejercicio responsable de la libertad de expresión es fundamental.
Los periodistas, analistas, especialistas y los ciudadanos críticos de la mentira deberán seguir ejerciendo su vocación y su derecho, aún a pesar de ser exhibidos en la plaza pública de la mañanera; debemos seguir evidenciando las verdades que necesitamos reconocer para corregir el rumbo, aunque duela, solo así se provocará ese amor por la verdad que tanto necesita la democracia mexicana.