Ivanna Torrico
En un principio se creyó que Internet democratizaría el diálogo, que al escuchar más voces desde distintas partes del mundo seríamos más tolerantes, más abiertos, que tendríamos el acceso a la información y que podríamos encontrar contenido de valor que aporte a nuestra comunidad y sí, todos fuimos muy optimistas en ese entonces, pero el paso del tiempo nos dio a entender que esto era en parte cierto y en parte falso.
Desde hace unos 3 años y especialmente desde el inicio de la pandemia en el mundo, los medios más serios cambiaron sus formatos y se adaptaron a la Sociedad Red, tanto la radio, como la prensa escrita hoy contienen un formato híbrido que nos permite ver a los entrevistados, escuchar sus declaraciones, estos medios abrieron también su espacio de comentarios para brindarle a sus lectores y seguidores la oportunidad de dar a conocer sus puntos de vista relacionados con temas de interés.
Hasta aquí todo parece fantástico, salvo que hoy lo que más vemos en estos espacios de comentarios son amenazas, insultos, expresiones emocionales que impiden una discusión fructífera, comentarios que nada tienen que ver con el tema en cuestión, etc.
Al parecer el discurso del odio y los haters se han apoderado de los canales de YouTube, de los programas de Facebook Live, y en general de casi todas las Redes Sociales y esto sin duda está afectado a la democracia.
Algunos usuarios ni siquiera saben de qué se está hablando y lanzan comentarios agresivos que nada tienen que ver con el tema, tampoco leen los artículos sobre los cuales opinan, en fin, hoy en día es difícil encontrar en estos espacios un diálogo productivo y democrático.
Por otro lado, cada vez vemos más información falsa con formatos persuasivos donde se potencian las cámaras de eco, se difunden las teorías conspirativas, se fomenta el comportamiento tribal que termina lamentablemente en linchamientos en la Red.
Es así que varios portales de noticias, incluida la Agencia de Noticias Reuters decidió restringir su espacio de comentarios, pues estos cada vez eran más virulentos.
Ahora bien, Twitter está dando la evidencia de ser la Red Social más agresiva, incluso personas que debaten con cierta racionalidad en otros contextos, puestas a cabalgar en esta Red Social se convierten en una especie de forajidos.
En abril de este año la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, anunció que deja Twitter “con carácter indefinido” porque quiere “hacer buena política” y esta red la “aleja” de ello, sostiene. “Twitter no me ayuda a hacer buena política y lo dejo. Seguiré en otras redes menos polarizadas y menos aceleradas”, explica Colau en un mensaje, donde destaca que se propone “hacer buena política, una política que transforme la realidad y mejore la vida de las personas, ser buena alcaldesa para mi ciudad y, en lo posible, ser cada vez mejor persona”.
Ella argumenta que Twitter se llenó de perfiles falsos y éstos solo promueven el discurso del odio y el comportamiento tribal en la Red, no hay un diálogo fructífero.
Muchos analistas opinaron sobre la decisión de la alcaldesa Colau, unos a favor y otros en contra, yo me pregunto, ¿qué pasará si otros políticos deciden dejar las Redes Sociales, que tipo de campañas digitales y comunicación política en la Red se puede hacer en el futuro más próximo si seguimos el escabroso camino de la desinformación, la polarización, el discurso del odio, los linchamientos y el matonaje en la Red, si en un tiempo no muy lejano, la clase política decide dejar estos espacios que fueron pensados para conectar directamente con los ciudadanos?
Por un lado, pienso que es importante reflexionar y cuidar estos espacios y los dueños de estas plataformas deben proteger más a sus usuarios.
Por otro lado, nosotros como usuarios también tenemos mucho por reflexionar, debemos utilizar estos espacios con respeto, dejar las agresiones y los insultos, debemos entender que son espacios públicos que no nos pertenecen solo a nosotros.
Los demás usuarios no tienen por qué convertirse en nuestras víctimas, las Redes Sociales deben fortalecer la democracia y no acabar con ella.
Referencias:
Elpais.com