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Reelección legislativa ¿para qué?

La promesa de la clase política sobre la reelección legislativa, fue la profesionalización de la actividad parlamentaria, la continuidad en el quehacer del Congreso y sobre todo el anclaje de los compromisos de los legisladores con la ciudadanía, que sería en última instancia, el juez final que refrendaría o no la confianza a un legislador con base en los resultados de éste.

La reforma política de 2014 incluyó la posibilidad de que los legisladores federales y locales, así como los presidentes municipales e integrantes de Ayuntamientos, tuvieran la posibilidad de reelegirse, los únicos dos cargos en los que esa reforma no abrió la posibilidad de reelección fueron las gubernaturas de los estados y la presidencia de la República. En esta ocasión me referiré a la reelección legislativa, no porque la municipal no sea importante, sino porque merece otra amplia reflexión.

Hablemos pues de la reelección de los legisladores, es decir de los diputados federales y locales, así como de los senadores. ¿Qué dice la ley?, Los diputados podrán optar por la reelección hasta por tres veces consecutivas, es decir, con la opción de asumir el cargo hasta por 12 años, en el caso de los senadores, pueden repetir solo una ocasión para estar también hasta 12 años en el mismo espacio.

A 7 años de aprobada la reforma constitucional el balance no es positivo sobre estas tres promesas, recientemente los partidos políticos registraron  sus listas de candidatos a diputados por la vía de representación proporcional, y lo que es claro en ellas es que ninguno puso como parámetro de designación, la experiencia legislativa de sus diputados en funciones o el trabajo territorial que representen sus candidatos, privilegiando a cuadros cercanos a las dirigencias de los mismos, no importando si esos personajes significan experiencia y votos o no.

En tanto los partidos sigan designando a sus candidatos con base en la cercanía y lealtad a las dirigencias, el alejamiento de estos con la ciudadanía seguirá siendo más amplio. Quizá sería conveniente pensar en una reforma que dé arraigo territorial a los candidatos plurinominales y crear la figura de diputados de primera minoría, así su compromiso no solo es con el líder de su partido, sino con la ciudadanía del territorio al que representa.

Sobre el arraigo territorial, son contados los casos de elección de cuadros en todos los partidos que de manera generalizada le abrieron la puerta a sus legisladores en funciones, a pasar de que podría pensarse que los partidos apostarían por cuadros que fueran competitivos y pudieran ganar, tres aspectos dejaron fuera a liderazgos con altos niveles de representación: las coaliciones, los vínculos familiares y sociales, así como el respeto a determinados cacicazgos en el territorio. Aún se observa a  hijos, hermanos, amigos y cercanos a las dirigencias de los partidos, así como a los mismos candidatos de siempre, en algunos casos, los mismos que siempre pierden, encabezando las candidaturas.

Este fenómeno también lo vimos en 2018, lo cual generó una gran movilidad en las militancias, así como lo que se observa hoy en el territorio con los nuevos partidos que buscan mantener su registro, quienes literalmente andan en la pepena de cuadros, pero de eso les contaré la próxima semana.

Son contados los partidos y casos de candidatos que efectivamente dan cumplimiento a estas tres promesas de la reelección legislativa, basta ver el caso de los tres legisladores que ocuparon la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados en esta legislatura, Porfirio Muñoz Ledo, Laura Rojas y Dulce María Sauri, los tres no fueron considerados por sus partidos para la reelección, poniendo en duda de que efectivamente se busque la profesionalización de la actividad legislativa.

Sin duda, nos queda reflexionar sobre las asignaturas pendientes en materia de reforma política-electoral para garantizar que se cumplan estas tres promesas, no basta con los Acuerdos del INE o con los lineamientos que aprobó la Cámara de Diputados, falta que las élites políticas cumplan su palabra.

Viviana Mondragón Lazo.

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