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No es el final, es el comienzo.

El mayor éxito del diablo es hacernos pensar que no existe, dijo Baudelaire. Y hoy la 4T quiere aplicar la misma estratagema a la reforma judicial, en dos vías que confluyen: quieren que creamos que todo ha terminado y que no habrá consecuencias, así podrán seguir con su programa de apoderarse de los tribunales sin oposición y lo más rápidamente que sea posible, preferentemente sin costos políticos.

Lo primero que hay que decir es que todos los magistrados y jueces que están hoy en sus cargos seguirán en ellos hasta el 31 de agosto de 2025, y que faltan muchas leyes secundarias, actos y procesos administrativos y judiciales para hacerla efectiva. Si hoy damos por perdida la batalla y dejamos que Morena y sus aliados avancen libremente, les allanaremos la difícil de la ruta que tienen por delante. El Poder Judicial, quizá esté debilitado, pero hoy conserva sus facultades, aún con fecha de caducidad, pero puede usarlas en el último tramo de la batalla para moderar las leyes secundarias, proteger los derechos de los trabajadores y competir de la mejor manera en el proceso de elección al que serán sometidos.

Por otra parte, la sociedad civil que se ha organizado en torno a la defensa del INE y más tarde del Poder Judicial, ha desarrollado capacidades y creado una red de personas que hace un par de años era inexistente. Cierto es que ha sufrido desgaste y que en sus filas hay desánimo, se equivocaron al dejarse arrastrar al fracaso electoral con Xóchitl Gálvez, y mientras la 4T apuestan a su desmovilización, el PRIAN desea mantener el movimiento bajo su control, como un recurso para impulsar sus agendas y proyectos, el cual no tienen empacho en dilapidar, como ya pasó. Sin embargo, la fortaleza del movimiento, en un segmento de la sociedad que rara vez se organiza, es un activo importantísimo para resistir el avance del autoritarismo.

La oposición partidista, en las siguientes semana se va a concentrar en resolver la renovación de sus dirigencias, que es donde se juegan los privilegios sus dirigentes. No les va a importar nada más. Las organizaciones y movimientos no tienen los cuadros ni la experiencia para enfrentar solas lo que viene. Los trabajadores del Poder Judicial necesitan refrescarse y extender su lucha tras la temprana y dolorosa derrota de la reforma constitucional. Ninguno puede solo, pero de todos estos actores puede surgir un movimiento que dé las siguientes batallas contra la destrucción de la República que han emprendido los morenistas. Es urgente llamar a los partidos de oposición a construir con la sociedad, una agenda más amplia que sus mezquinas agendas en defensa de sus privilegios.

Debemos convocar y actuar, mantenernos informados y difundirlo que ocurre. La batalla que sigue ya empezó y la 4T tiene ventaja, pero no estamos perdidos. En una confesión de su urgencia y falta de cuidado, los transitorios constitucionales han señalado que el 16 de septiembre inicia el proceso electoral de jueces magistrados y ministros que se concluye en una jornada electoral el 1 de junio de 2025, y en 30 días, el Senado publicará la convocatoria para la elección. Sobra decir que el tiempo apremia. Morena nos quiere convencer de que el diablo no existe, para poder cumplir su sueño autoritario con la menor oposición posible. Pero la última palabra es nuestra, a nosotros nos toca decidir si nos creemos el cuento y nos rendimos sin luchar.

José Antonio Plaza Urbina.

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