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Mayoría absoluta: un asalto a la democracia

Alejandro Carrillo Lázaro.

“¡Pobre de los pobres!, yo les aconsejo que respeten siempre la ley, y que la cumplan, pero que se orinen en sus representantes.” Dice Pito Pérez, aquel personaje oriundo de Santa Clara del Cobre que protagoniza la novela del escritor michoacano José Rubén Romero. Y es que este tipo de frases tan características de aquel portador de cada campana de los templos de nuestro Estado se vuelven tan apreciables cuando se dicen desde una verdad tan desnuda.

¡Pobre de nuestro México!, que sigue tan distanciado de una política que en sus representantes lo acechan y que en las consecuencias las distancias son tan estrechas que vulneran los bolsillos de los trabajadores, la seguridad de los adolescentes, la violencia infantil, la vulnerabilidad, pues, de los representados.

Después del 2 de junio, se han hecho oír distintas voces aclamando las necesidades de “continuar” un proyecto, pues así lo ha definido el “pueblo de México” en las urnas y es verdad, pero también una “verdad” entre comillas. La mayoría de un pueblo que decidió acudir a votar se ha pronunciado, pero no olvidemos que esa mayoría tiene un adjetivo: relativa. En el momento en el que se entiende el concepto completo de mayoría relativa, en ese momento se reconoce la existencia de los otros. ¿Cuáles otros? Los que no atienden a ese proyecto de continuidad, ahí se suman no solo los porcentajes definidos en PRI, PAN, PRD, MC, también los votos nulos que votan por no elegir a ninguno, y aquel 40% de los ciudadanos mexicanos que decidieron no distraer sus actividades aquel primer domingo de junio.

Los personajes políticos que han desestimado la relatividad de esa mayoría para volverla en la narrativa legislativa y ejecutiva como una declaración «absoluta» del pueblo de México, asaltan a la democracia, la disminuyen, la denostan y parafraseando a Pito Perez, se “orinan” en ella y entonces en un gran porcentaje de mexicanos. La forma en la que se distribuirán muy probablemente las curules en la cámara de diputados y senadores definen la nula necesidad del debate y la construcción de acuerdos para modificar el pacto social de los mexicanos que se encuentra establecido en nuestra Constitución Política. No existe nada más contrario a la democracia que aquella que se produce sin entender, bajo ningún motivo, a la disidencia de los que no están de acuerdo.

Quien se haga llamar demócrata, pero no es capaz de valorar la necesidad de escuchar a una oposición, entonces solo es demócrata de dientes para fuera, demagogo es el concepto.

El exministro Zaldívar añadió un concepto en la Suprema Corte hace algún tiempo: “fraude a la constitución”, eso es lo que tendremos en la representación de las cámaras, cuando sean las lagunas legales y no la norma expresa lo que definirá la distribución de las plurinominales en las cámaras, teniendo como segunda fuerza política a nivel nacional al Partido Verde Ecologista de México.

Es en las cámaras de nuestro país y sobre todo en la Cámara de Diputados donde el concepto de la democracia debe ser un valor completamente visible, desde su distribución en torno a sus miembros, pasando por la discusión de las iniciativas hasta la aprobación de una nueva norma: dar una mayoría absoluta a una coalición, es anular a los millones de mexicanos que se encuentran representados en una oposición.

Una dictadura del siglo XX se definía como el momento en que el poder público se volvía absolutamente en manos de una persona, gracias a las circunstancias del caudillismo. En el siglo XXI, una dictadura necesita del proceso democrático donde la mayoría, independientemente de su porcentaje, pase a dictar de forma absoluta un modo de ejercer el gobierno, que naturalmente la atribución está definida en el titular del poder ejecutivo: esto sería una dictadura de la mayoría. Solo que hace falta algo, un grupo que no está bajo la consigna de la representación popular, sino de la representación jurídica: el Poder Judicial de la Federación, ¿Ahora se entiende por qué los ataques del poder legislativo y del ejecutivo van directo a los ministros?

¡Pobre de México!, donde los representantes están tan distanciados de sus representados y donde las consecuencias de esa distancia son tan estrechas que terminan por calarle los huesos al pueblo de México, ¿no crees?

Eppur si muove.

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