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La guerra sucia y sus efectos

Christián Gutiérrez.

Terminaron las campañas en México y este domingo son las elecciones, sin embargo, aún se ven campañas negras, de desprestigio o guerra sucia en las redes sociales, como coloquialmente se les conoce.

Una pregunta obligada es, si esta guerra sucia moverá las cosas, los números, las preferencias electorales.

La respuesta es, no; ya no se moverá nada. Por eso, quienes van arriba en los números de preferencias electorales y siguen siendo flanco de ataques, pueden estar tranquilos porque sus números no bajarán.

¿Por qué? Lo explico con neurociencia: porque el cerebro de las personas ya está en otro lado. Su atención ya no está en las campañas, las propuestas, lo bueno, lo malo, en los y las candidatas, etc. La atención de las personas ya está dispersa y a unas cuantas horas para la jornada electoral, el cerebro de las personas ya no prestará atención a la guerra sucia, salvo que, los estímulos creados sean creativos, novedosos, diferentes, atractivos, disruptivos. Pero si el tipo de guerra sucia es el mismo que se vio durante toda la campaña, ya no se generará ningún tipo de persuasión.

Para lograr “algo”, la campaña de desprestigio o guerra sucia tendría que conseguir lo que se conoce como atención guiada en las personas y con esto mantener la campaña de desprestigio en la conciencia de las personas.

¿Por qué estoy seguro de lo que digo? Porque sé que el cerebro humano elige de una sola manera en tres pasos:

a) Elige lo que quiere notar.

b) Elige registrar.

c) Elige memorizar.

A manera de conclusión: la guerra sucia que aún se ve en redes sociales ya no generará ningún cambio. En realidad, quien paga esa guerra sucia solo tira el dinero a la basura y genera molestia en las y los ciudadanos que a estas alturas saben perfectamente quienes van arriba en las encuestas y quienes van perdiendo, de ahí que hagan guerra sucia.  

*El autor es consultor y capacitador, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho.

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