Jaime Darío Oseguera Méndez
Se terminaron las campañas electorales. Llegó la hora de decidir. A votar este domingo sin pretexto alguno.
Hay muchas cosas de las sociedades modernas que se dan por sentadas; e parecieran ser obvias, inobjetables, eternas, pero no es así. Una de ellas es el ejercicio de la ciudadanía. La calidad de ciudadano es una consecuencia del triunfo del liberalismo democrático, a través de luchas históricas que se resumieron en los planteamientos de la Revolución Francesa
Así dice la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en año de la Revolución Francesa: “los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea Nacional, considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las calamidades políticas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, para que esta declaración constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; para que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse en todo momento con la finalidad de cualquier institución política, sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, fundados desde ahora en principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos.”
La igualdad entre los individuos como anhelo de las sociedades, se materializa a través de varias instituciones. Como consecuencia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, el poder público tuvo que reconocer garantías a favor de los gobernados, tales como el impedimento para que la autoridad u otros particulares molesten a cualquier individuo en su persona o sus propiedades, la libertad religiosa, asociación y de expresión, que en general se resumen en la libertad de pensamiento.
La igualdad de derechos políticos se expresa en el voto paritario de los ciudadanos y su capacidad para elegir libremente a sus gobernantes. En el momento del voto somos iguales: ante la ley y porque el sufragio universal cuenta individualmente.
Puede parecer una utopía pero es real. El domingo tenemos en nuestras manos el poder de decidir lo que queremos. Entre todos.
Así que el domingo tenemos un deber y una obligación ciudadana. No es una carga. La aspiración es que el ciudadano vaya por su propio pie, convencido de lo que tiene que hacer. Sin presión ni coacción.
Decidimos si se mantiene el mismo tipo de gobierno que hemos tenido en los últimos años. En nuestro sistema la gran característica que le ha dado estabilidad al país fue la no reelección en la figura del Presidente. Eso no impide la continuidad de los proyectos y de las personalidades.
En esta ocasión, se trata de un verdadero referéndum respecto del gobierno de López Obrador. Ha sido así porque su candidata Claudia Sheinbaum no se movió ni un ápice en la defensa de su gobierno; no le interesó ser diferente. Ese fue su principal atributo.
En la tradición del viejo régimen, los candidatos, generaban matices y se movían un poco entre la crítica consensada y la personalidad diferente, para distinguirse. Acá no fue así. El domingo se elige entre la continuidad o la alternancia de la Cuarta Transformación y el resultado tendrá que ser respetado. En eso consiste la ética democrática.
Se elige además el futuro de estados de la república en los que hay señalamientos constantes de gobiernos que no han cumplido con la expectativa de cambio a través de Morena. Tendremos que analizar si la poderosa candidatura presidencial de Sheinbaum, va a impulsar a los demás candidatos en los estados y en el Poder Legislativo Federal. Todo parece indicar que hay estados muy emblemáticos donde podría haber elecciones cerradas.
Por ejemplo Veracruz donde compite una de las candidatas más cercanas al Presidente y se evalúa el funcionamiento de un gobernador que imita al Presidente hasta en la forma de hablar.
Tendremos que ver qué dicen los veracruzanos y, en el fondo, ahí se va a evaluar la capacidad de convicción que tendrá la Alianza opositora. Veracruz es un termómetro de lo que puede ser el resultado nacional. Hace meses se auguraba un triunfo del gobierno. Hoy está en veremos el resultado.
Yucatán es el ejemplo opuesto. Gobernado históricamente en la alternancia del PAN y PRI, hoy parece que se cierra la elección y por primera vez podría ganar Morena. El ciudadano parece estar castigando a los gobiernos.
También vamos a votar sobre un modelo de conducta política, es decir sobre un régimen. Si los ciudadanos deciden darle el voto mayoritario al gobierno tanto en el poder ejecutivo como el legislativo, tendríá Sheinbaum todas las facilidades para legislar de acuerdo con su propuesta y programas políticos; reformar leyes y constitución. Veremos si el ciudadano vota en línea o de manera diferenciada.
Es muy probable que la alianza opositora gane en muchos Estados de la República; en todo caso, Morena tendrá en muchas entidades al menos un Senador. Estos factores locales influyen indudablemente en los resultados. Morena deberá tener muy claro que existe un segmento de la población, principalmente en las ciudades, donde no le es favorable el voto. No sabemos el porcentaje de este rechazo; si es demasiado alto, entonces Morena se llevará muchas sorpresas el próximo domingo.
Si ese rechazo observado es bajo o finalmente no se expresa en las urnas Morena podría arrasar con la votación inclusive en las ciudades donde tradicionalmente no tiene alta influencia como es el caso de Morelia.
Hay que ir a votar este domingo. Que el resultado sea producto de una reflexión, de una razón y no de una omisión. Seamos ciudadanos. Ciudadanos libres. Votemos.