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Feminicidas seriales, una mirada criminológica

Opinión Lorena Cortés

En un México ensombrecido por la crisis de miles de  homicidios dolosos, feminicidios y desaparición de personas; hay un fenómeno aún más desgarrador y difícil de entender: los feminicidios seriales.

Estos actos de violencia extrema, dirigidos de manera específica contra mujeres, desafían nuestra percepción de la naturaleza humana y ponen de manifiesto las profundas grietas en nuestro tejido social. En la última década, al menos catorce feminicidas seriales han sido descubiertos en nuestro país.

¿Cuántos más caminan entre nosotros, ocultando los cuerpos de sus víctimas en la oscuridad de sus hogares? Como el feminicida serial de Iztacalco, Miguel Cortés, quien presuntamente habría cometido varios feminicidios, ocultando los restos de sus víctimas en su propio departamento. El feminicida, que al ser capturado en la Ciudad de México, uno de los agentes de la policía señaló que mientras lo sacaban la gente estaba enardecida, y el detenido comentó: “que gente tan agresiva”.

Para comprender la raíz de este fenómeno, según la psicóloga María Cortés, hay que adentrarnos en la infancia y los primeros años de vida de estos individuos. Aquí, a menudo encontramos la semilla de la violencia, sembrada en un terreno fértil de abuso, negligencia o trauma. Estas experiencias tempranas pueden distorsionar la percepción del individuo sobre el mundo y alimentar resentimientos y fantasías destructivas que se manifiestan en actos de violencia contra las mujeres.

El Observatorio Nacional del Feminicidio ha evidenciado como en México existe una violencia extrema generalizada contra las mujeres, una permisividad e impunidad de las autoridades, lo anterior es tierra fértil para cualquier tipo de conductas hostiles contra las mujeres.

En ese contexto, la influencia de los medios de comunicación y la cultura en la perpetuación de estereotipos de género y la objetivación de las mujeres, puede alimentar el odio y la misoginia en ciertos individuos y predisponerlos a cometer actos de violencia extrema contra las mujeres.

En nuestro país la misoginia y el machismo  están profundamente arraigadas, la antropología criminal nos explica que los feminicidios seriales no son simplemente el resultado de la depravación individual, sino que también están arraigados en estructuras sociales más amplias, desde la desigualdad de género hasta la falta de acceso a recursos y oportunidades, estos factores pueden desempeñar un papel crucial en la perpetuación de la violencia contra las mujeres; de ahí el termino feminicidio (que no es igual a homicidio) como parte de un fenómeno más amplio de discriminación y desigualdad de género en donde el Estado tiene la responsabilidad de garantizar la vida de todas las personas incluida la de las mujeres, sin embargo la impunidad generalizada en México ha permitido que los feminicidas seriales operen en las sombras, confiados en que rara vez serán llevados ante la justicia.

En México, la debilidad en la investigación de los delitos  y la indiferencia de las autoridades hacia las mejores prácticas de investigación del crimen representan un obstáculo para la justicia. Una investigación efectiva  no sólo consiste en recopilar pruebas (que generalmente las propias víctimas presentan) sino también en comprender el comportamiento delictivo, lo que repercute en la violación sistemática de los derechos de las víctimas.

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