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La ausencia voluntaria.

Claudia Sheinbaum, la primera mujer en ocupar la presidencia, ha informado que no asistirá al funeral del papa Francisco, olvida que representa a México y actúa por inclinación personal.

México es el segundo país del mundo con más católicos (110 millones, el 80% de su población, solo por detrás de Brasil), el fallecimiento del máximo jerarca de esta Iglesia, un hombre que además tiene rango de jefe de estado y que es la persona más querida de la humanidad, llamaría a la presidenta Sheinbaum a sus exequias, casi obligatoriamente, sin embargo ya nos hizo saber que no acudirá, enviando a un representante, lo cual en mi opinión demerita a México, que a pesar de sus gobernantes ha tenido una robusta relación con la Santa Sede y la fe católica.

Nuestra mandataria cada vez es más una versión charra del cuento de Stevenson que podríamos titular “El extraño caso de la Dra. Sheinbaum y la señora Claudia”, atrapada entre el obradorismo más radical y el pragmatismo que demanda el ejercicio del cargo, sus decisiones fluctúan entre lo razonable y lo absurdo.

Su antecesor y maestro, López Obrador, tuvo una política exterior de distanciamiento con todas las naciones, con excepción de algunos tiranos latinoamericanos de su personal afecto, y es el único presidente mexicano que no recibió un papa desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas en 1990. Es más, AMLO se lamentó de la cobertura que daban los medios a la muerte de Juan Pablo II, mientras ignoraban sus consignas de campaña adelantada en el 2005.

A Claudia Sheinbaum le toca reconstruir las dañadas relaciones internacionales de México, para empezar con los Estados Unidos y su peculiar (por decir lo menos) presidente Trump. Ante la oportunidad de normalizar la diplomacia mexicana con uno de los países más significativos del orbe, la presidenta ha optado por mantener el distanciamiento que se inició con la absurda demanda al Vaticano de que la Iglesia Católica debía disculparse ante México por la Conquista. Parece una caricatura, tal vez porque uno de los ideólogos de Morena, tiene ese oficio, sería divertido, pero en la realidad aleja a México de los países del mundo que luchan por los ideales de justicia, paz y prosperidad, aliados históricos y socios actuales.

La ausencia de Sheinbaum en los funerales del pontífice es una confirmación de que su vena ideológica, es el más recalcitrante obradorismo. Yo me reúso a disculparla o a reducirla al papel de acólita de AMLO, ella es consciente y responsable de estas decisiones y de la línea política y en este caso diplomática, que sigue.

Con el segundo piso seguiremos distanciados por soberbia discursiva del Estado Vaticano y de España, así como de cualquier otro que una emergencia propagandística justifique así que Francia, Bélgica, Inglaterra o el Imperio Austrohúngaro (ahí estuvieron aglutinados una decena de estados europeos) pueden servir de cortina de humo en la siguiente crisis política, todos alguna vez nos invadieron. Por lo pronto no irá a una ceremonia donde nadie la va a extrañar, pero México sí seguirá extrañando ser parte del concierto de las naciones.

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