Lioness es una producción de Paramount Global que estrenó su segunda temporada a finales del pasado octubre. Su trama se centra en un grupo de operaciones especiales de la CIA que interviene en México. Esta serie es recomendable para los líderes políticos y gubernamentales de nuestro país porque retrata de forma muy precisa la diferencia entre las operaciones militares y las policiacas de nuestros vecinos, justo lo que Trump ha prometido al declarar a los cárteles de la droga como organizaciones terroristas.
Para darle contexto, la industria del entretenimiento de los EEUU es una de las más grandes, generando aproximadamente 100 mil millones de dólares anualmente, equivalente al 4% del PIB. Además, es considerado el aparato de propaganda más grande de la historia, razón por la cual debe ser tomada en serio y no trivializada. Desde hace mucho tiempo, Hollywood y el Pentágono han sido socios en la construcción y consolidación de la imagen de EEUU como una superpotencia que lucha por la democracia y la libertad. La producción que recomiendo no es cosa menor, con un presupuesto de más de 10 millones de dólares por episodio y la participación de actores como Morgan Freeman y Nicole Kidman. Además, cuenta con una sólida base de conocimiento experto en temas de geopolítica, inteligencia militar, combate al crimen internacional, entre otros.
Sin hacer spoiler, mi recomendación para nuestros políticos se debe a la trama siguiente. La CIA detecta una amenaza a la seguridad norteamericana en la que un cartel ficticio mexicano está asociado con un país enemigo. La consecuencia es una intervención de dicha agencia, que desplaza a la DEA y al FBI, estableciendo de forma clara que esta entidad no persigue criminales ni trata de hacer justicia, su misión es eliminar – y subrayen esta palabra – las amenazas a EEUU. Los protagonistas despliegan contra los villanos una serie de tácticas extremas que les permiten tener éxito donde las fuerzas policiales habían fracasado por años, ya que no reparan en obstáculos de legalidad o diplomacia.
Esta dramatización tiene una base absolutamente verídica. El que el combate a los cárteles de la droga pase del Departamento de Justicia que encabeza el Procurador General al Departamento de Defensa, donde manda el Estado Mayor Conjunto, es decir los militares, es un cambio abismal. El repertorio de estas agencias incluye espionaje, incursiones militares secretas, ataques con drones y misiles, uso de armamento de alto poder, asesinatos, secuestros, incautación de bienes, tortura y eventualmente represalias contra los estados en cuyo territorio se refugian estos enemigos. Nada de debido proceso, habeas corpus o juicios en Brooklyn. Tampoco hay colaboración entre policías o fiscalías.
Algunos opositores a la 4T han celebrado que esto ocurra, pensando que le propinaría un fuerte golpe, pero su rabia los ciega. Las consecuencias serían funestas. Hay que decir que las tácticas norteamericanas pueden ser exitosas en lo micro, sin embargo, en una visión amplia y a largo plazo, tienden a radicalizar a los enemigos y a exacerbar la violencia, provocan incalculables daños colaterales e inestabilidad política y devastación de regiones completas. Si no me creen, vean el Medio Oriente o el Cuerno de África y la lucha contra el terrorismo islámico.
Un cambio de políticas de seguridad de este nivel es una amenaza para nuestra seguridad nacional, que entre otras cosas podría generar una mayor penetración y cooptación del crimen organizado en el gobierno, desencadenar un nacionalismo radical y dinamitar la relación comercial de la que depende el 90% de nuestras exportaciones. Por eso nuestros gobernantes debieran ver la segunda temporada de Lioness y tomarse este tema muy en serio, porque no importa en qué partido militen, son terribles noticias para México.