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Cámaras legislativas paritarias

Yurisha Andrade Morales

En diversas ocasiones he sostenido que la participación de las mujeres en política ha sido obstaculizada desde el poder mismo, el cual ha colocado múltiples obstáculos y ha invisibilizado su lucha y sus anhelos por abrir espacios. En respuesta, los movimientos feministas lograron establecer los marcos normativos para garantizar la presencia de mujeres en espacios de poder, primero a partir de un sistema de cuotas y luego como una realidad constitucional que nos ha llevado a lo que conocemos como paridad en todo desde 2019.

En México y sus entidades federativas, la incorporación del principio de paridad de género ha transformado los mecanismos tradicionales de selección de candidaturas por los partidos políticos, dando cauce a la mayor participación política de las mujeres y a su inclusión en espacios de toma de decisiones, como un efecto directo de reglas que se impulsaron como parte de acciones afirmativas específicas. Un ejemplo está en mandatos para que los partidos impulsen a mujeres en distritos donde son competitivos y no solo en las demarcaciones donde tienen nulas posibilidades de ganar, o bien, colocar fórmulas de mujeres encabezando las listas plurinominales; medidas que se han traducido en logros contundentes para imponer la paridad de género, como ha ocurrido con las cámaras federales de diputaciones y senadurías durante las elecciones de 2024.

En efecto, luego de las elecciones del 2 de junio y de la asignación de asientos por el principio de representación proporcional, a cargo del Instituto Nacional Electoral, tanto la Cámara de Diputaciones como la de Senadurías quedaron integradas en proporción exacta del 50 por ciento de mujeres y 50 por ciento de hombres. Así, de las 72 diputaciones del PAN, 33 son mujeres y 39 hombres; de las 35 que tiene el PRI, 14 son mujeres y 21 son hombres; el PRD tiene una mujer de mayoría relativa, pese a la pérdida de su registro; de las 51 del PT, 21 son mujeres y 30 hombres; de las 77 del PVEM, 37 son mujeres y 40 son hombres; de las 27 que corresponden al MC, 13 son mujeres y 14 son hombres; de las 236 de Morena, 130 son mujeres y 106 son hombres; más una diputación independiente del distrito 09 de nuestra entidad federativa.

Por su parte, en la Cámara de Senadores, de las 22 senadurías que corresponden al PAN, 11 son mujeres y 11 son hombres; de las 16 que corresponden al PRI, 8 son mujeres y 8 son hombres; de las dos que ganó el PRD una mujer y un hombre, ambas senadurías se sumaron a la bancada de Morena; de las 9 del PT, 6 son mujeres y 3 son hombres; de las 14 del PVEM, 7 son mujeres y 7 son hombres; de las 5 de MC, 2 son mujeres y 3 hombres; y de las 60 de Morena, 29 son mujeres y 31 son hombres.

Estos resultados demuestran cómo paulatinamente quedan atrás los patrones culturales y el forzado reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres que por muchas décadas fuimos obligadas a ocupar posiciones marginales y a no ser competitivas frente a los hombres. Ciertamente, la evolución de nuestro sistema electoral da cuenta de que las condiciones actuales se alcanzaron por la vía de acciones afirmativas que luego se elevaron a rango constitucional y que hoy no admiten marcha atrás, sino una visión progresista que permita alcanzar las metas pendientes, tanto en la ocupación de los cargos públicos como en la transformación de la cultura machista que aún prevalece en algunas regiones del país.

Desde mi perspectiva, las instituciones democráticas de un país solo serán sólidas y estarán completas, si logran abatir las causas de las desigualdades estructurales entre hombres y mujeres y corrigen las condiciones de exclusión y marginación de otros grupos, como son las comunidades indígenas, los jóvenes, las personas con alguna modalidad de discapacidad o las personas de la comunidad de la diversidad sexual. Por lo pronto, la democracia mexicana, registra un avance importante al tener paridad completa en diputaciones y senadurías, pavimentando con ello, que las mujeres que participan en política dejen de ser un género subordinado.

*Magistrada Presidenta del Tribunal Electoral del Estado de Michoacán

@YurishaAndrade

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