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¿Qué pasó?

Jaime Darío Oseguera Méndez

Siguen surgiendo todo tipo de hipótesis respecto del resultado electoral. A mucha gente le parece increíble que tantos ciudadanos se hayan manifestado a favor de una opción política que, ante ciertos sectores de la opinión pública, parecía que tendría un voto de castigo. El llamado voto oculto.

No fue así. Pura propaganda y los deseos oníricos de algunos comentaristas políticos. Onanismos mentales. Platicas de cafetólogos.  Deseos furtivos y precoces inconcebibles.  En realidad pequeñeces, porque en el fondo poco hicieron para disminuir el poder y la influencia de quien ejerce a plenitud la política en México.

No hay magia. Morena ganó porque tiene una base social importante que se ha nutrido de varias fuentes. Primero sin duda de los programas sociales. Se han distinguido como nunca, o tal vez es mejor decir como siempre, por ser la fuente de la clientela política de los gobiernos. Lo mismo los anteriores que el actual.

En la elección presidencial del 2018, Morena con López Obrador al frente obtuvo el 44.4% de la votación con más de 25 millones de votos, sumados a los más de tres millones del PT y uno del verde, le permitieron rebasar la frontera de los 30 millones de votos que parecía infranqueable.

Seis años después, Morena encabezado por López Obrador y con Claudia Sheimbaum de candidata obtuvo más de 35 millones de votos con el Verde y PT. Morena como partido aumentó su votación en más de dos millones de votos estos seis años.

Claro que ganaron por los programas sociales pero no fue el único factor. Morena y sus aliados jugaron solos. Fue como quitarle un dulce a un niño. No tuvieron contrincante. Y no es que Xóchitl Gálvez no haya sido una candidata digamos decente, respetada y competitiva como política. El tema es que la arroparon tres cascarones vacíos.

La situación actual del PRI, PAN y PRD sólo le trajo desprestigio a la candidatura opositora. Sus dirigencias de mercenarios dan vergüenza. Por supuesto que con esa camarilla no podía ganar. Xóchitl Gálvez en realidad jugó sola. Nadie le ayudó. Ni los supuestos integrantes de la sociedad civil, acostumbrados a sus arengas sin base social y de redes sociales. Política vacía. Buenos deseos.

La política efectivamente tiene un contenido discursivo, perro cuando no tiene base social no gana elecciones. La política electoral requiere base social. Más en un país donde la mitad de la población está en la miseria y requiere de un apoyo para lograr sobrevivir.

¿De dónde sacan que los beneficiarios de programas sociales se emocionan con Brozo o Loret diciendo que si desaparece la Suprema Corte vamos a caer en una dictadura? Ellos reciben su apoyo y ya.

Sheimbaum ganó entre otras cosas porque no tuvo un alter, un contrario. Cuando no se da la lucha de los opuestos, se asientan las verdades unidireccionales.

¿De qué podrían convencer los corruptazos líderes de PRI, PAN y PRD a la gente para que votara por su proyecto? Ellos se aseguraron y ya. Son Plurinominales y no han tenido la decencia de renunciar a sus cargos después de tan estrepitoso resultado. Hoy se les acusa de lo que ya sabíamos: se “sentaron” en el dinero de las campañas y no se lo dieron al equipo de la candidata. Son corruptos hasta la médula. No amateurs; son profesionales.

El PAN perdió casi medio millón de votos de una elección a otra. En todo caso, de manera natural será el opositor más visible en este espectro donde la izquierda y el centro ya están sumamente aglomerados de ex priístas, verdes, emecistas y todo lo que fue el PRD y que dio paso a Morena.

El PRI del Alito Moreno perdió dos millones de votos en seis años y se quedó debajo de Movimiento Ciudadano en la composición de la Cámara. Ahora está peleando por no ser el quinto lugar de la tabla.

El PRD desapareció. Como era de esperarse. Todos se fueron con el ganador.

Los únicos partidos que crecieron fueron los del frente oficial. Morena, PT y Verde aumentaron su votación de forma contundente. Incluimos ahí a Movimiento Ciudadano que jugó bien su papel de esquirol y atrapó los votos de quienes no son proclives a las emociones fuertes de los extremos.

Todos están en la embriaguez poselectoral y seguramente les dará para rato. Pero la política es un ejercicio pendular y la alternancia llegó para quedarse. El gran tema es saber cuánto tiempo seguirá el reloj de los buenos resultados en el lado de Morena. Con la presidencia más fuerte que nunca, la oposición más débil que nunca y los programas sociales con más dinero que nunca, el giro de la rueda de la fortuna no parece jugar en contra del gobierno.

Este resultado además permeó en los estados de la república. Michoacán en lo particular refleja un cambio dramático en la composición del Congreso.

En la elección local de 1998 el PRI ganó todos los distritos electorales uninominales cuando el Congreso local se integraba por 18 distritos de elección directa. Lo anterior motivó una reforma electoral, propiciada por la oposición y aceptada por el gobierno, para ajustar las elecciones, abrir más distritos y hacer más competitivo el modelo.

Desde entonces ha habido una composición más o menos paritaria con 24 distritos. Hoy los resultados le dan a Morena el triunfo en 14 esos distritos más dos plurinominales, para un total de 16.

Recordemos que sus candidaturas fueron en alianza, así que sumando al Verde

que hipotéticamente tendrá seis curules y el PT cinco, estamos hablando que la coalición en el gobierno contará con 27 votos en el Congreso del Estado. Vamos a ver qué saben hacer con la mayoría. Ya ganaron, ahora tienen que gobernar.

El PAN sólo ganó un diputado de mayoría y 3 plurinominales. El PRI obtuvo tres curules; el PRD al parecer solo tendrá dos. Todo depende de los resultados de las impugnaciones electorales.

PAN, PRI, PRD y MC juntos con todo el dineral que reciben, ganaron menos distritos que los dos independientes. Hubo cuatro partidos a los que la gente rechazó y no lograron mantener su registro.

Ese es el panorama electoral. Eso fue lo que pasó.

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