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130 millones de mexicanos

Jaime Darío Oseguera Méndez

El domingo 2 de junio por disposición constitucional los mexicanos vamos a elegir a nivel federal a la próxima Presidenta de la República; se renovarán los 500 asientos de la Cámara de Diputados y también el Senado de la República con 128 lugares.

En varios estados hay procesos locales que en total, podrán a elección más de veinte mil cargos públicos.

Se ha dicho que es la elección más grande de la historia del país. Podrán votar más de cien millones de mexicanos que tienen credencial para votar o que están inscritos en el Registro Federal de Electores.

Somos un país grande. Con un gran empuje por su dinámica poblacional. Esta semana el INEGI, al dar a conocer la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), nos dice que somos 130 millones de mexicanos, cifra compuesta de manera casi paritaria entre mujeres que son la mayoría con el 51.7% contra el 48.3% de hombres. No hay una mayoría tan abrumadora de mujeres respecto de hombres como luego se dice en la chabacanería popular.

El resumen de la ENADID es muy interesante. La tasa de fecundidad de mujeres entre 15 y 49 años  es de 1.6 hijos, lo cual muestra un descenso importante comparado con la cifra del 2018 que era de un promedio de 2.07 hijos e hijas. Las estadísticas dicen que en la primer mitad del Siglo XX, el promedio fue de entre 6 y 6.5 hijos por mujer.

Sin embargo el crecimiento económico de la época y la urbanización acelerada del país, llevaron esta cifra hasta un promedio de siete hijos por mujer en 1970. Desde ahí ha venido el descenso como resultado de las políticas de población.

Si no se hubiera implementado una adecuada política de control natal, estaríamos llegando en este momento casi a los doscientos millones de mexicanos. Es el ejemplo claro de una política de estado que trasciende sexenios, partidos y crisis económicas; donde se establecen metas claras para el beneficio del país. Ahí se miden los resultados.

En los debates no escuchamos mayor autocrítica. Por ejemplo, lo que nos muestra este estudio es que de los adolescentes que inician su vida sexual entre los 15 y los 19 años, solamente dos terceras partes usaron anticonceptivos en su primera relación. No escuchamos una política para el control de la natalidad y para abordar el gran tema del embarazo adolescente.

La ENADID estimó que en el periodo de 2018 al 2023 emigraron del país 1.2 millones de personas, cifra que por supuesto debe estar matizada por el fenómeno de los retornos de la población migrante. En Michoacán la salida y retorno de la población a través de las olas migrantes es un tema que va más allá de lo económico y tiene componente culturales y hasta políticos. También es un tópico ausente en el debate político de las elecciones.

No ha disminuido la migración en el país y ese tendría que ser un mecanismo de evaluación de la política económica. Principalmente hay que seguirlo viendo por regiones. Michoacán en lo particular contempla hoy un ingrediente adicional en el fenómeno migratorio: la expulsión de población con  motivo de la violencia.

La pirámide poblacional ha cambiado. Entre 2018 y 2023 los menores de 15 años disminuyeron porcentualmente. Pasaron del 25.3 al 22.7 porciento. Lo mismo la población de jóvenes entre 15 y 29 años que disminuyó. Ambos grupos de población son los que requieren estructuras de escolaridad formal. Como consecuencia, hoy no tenemos la misma demanda educativa.

La estructura poblacional hoy parece más rombo que pirámide. El porcentaje de la población mayor de treinta años aumentó. La consecuencia de este cambio poblacionales el aumento de la presión en el sistema de pensiones, que paulatinamente tendrá más presión y los jubilados serán cada vez un porcentaje mayor respecto de la población activa.

Sigue habiendo una diferencia significativa entre el bienestar en las zonas urbana y rurales, aunque se ha ido cerrando de manera muy constante. La tasa de mortalidad infantil es más alta en el campo que en la ciudad, lo que nos exige poner atención al avance de la infraestructura médica que sigue siendo deficiente en algunos estados donde la dispersión de la población hace difícil resolver este problema.

También en términos de bienestar hay que decir que los servicios básicos de las viviendas han venido mejorando, lo cual es un elemento importante en el combate a la pobreza.

Tenemos en México casi 39 millones de hogares, con un promedio de 3.3 integrantes. Vale la pena analizar que casi un tercio de todos los hogares se conforman por una o dos personas, lo que nos habla de una recomposición importante del concepto núcleo familiar o doméstico.

La encuesta muestra que ha aumentado el porcentaje de hogares “no familiares” con el 15%  en detrimento de los hogares “familiares” que hace tres años eran casi el 90% y hoy apenas rebasa el 85%.

Nos puede gustar o no y también tendrá consecuencias diversas pero las familias y la composición de los hogares como la hemos conocido en México definitivamente ha cambiado. Hoy tenemos más familias monoparentales, encabezadas no sólo por mujeres sino de manera creciente por hombres.

Hay un indicador muy interesante que vale la pena observar: la razón de dependencia económica. Es el porcentaje de población menor de 15 y mayor de sesenta años, que en teoría son dependientes económicos del resto de la población. La estadística dice que ha disminuido el peso de la dependencia económica, es decir, que hoy hay menos dependientes económicos en general que hace tres años, lo cual se justifica por la entrada al mercado de trabajo de la población joven.

También va disminuyendo paulatina pero consistentemente el porcentaje de población casada que en 2018 era del 40% y hoy bajó casi al 35%. Como consecuencia lógica aumentó el porcentaje de solteros y de personas que manifestaron vivir en unión libre.

Vale la pena leer con cuidado el resultado de nuestros datos demográficos. Ojalá lo hicieran los candidatos y su estrategas para que sus propuestas, cuando las haya, sean al menos informadas.

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