Hasta el día de hoy, no existen pruebas contundentes de que este procedimiento sea efectivo
Por: Lizbeth Serriteño
Morelia, Michoacán a 15 de mayo 2024.- Fue en 1940 cuando en los Estados Unidos se comenzó a utilizar la tecnología que pretendía causar la lluvia a través de la estimulación de nubes, sin embargo, hasta el día de hoy, no existen pruebas contundentes de que este procedimiento sea efectivo, aseguró el Doctor Arturo Chacón Torres, Profesor-Investigador decano del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales (INIRENA) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH).
En los últimos años, esta tecnología ha sido aplicada en estados como Nuevo León, Ciudad de México, San Luís Potosí, Tamaulipas y todo parece apuntar que este 2024, llegará al estado de Michoacán, donde el gobernador de la entidad, Alfredo Ramírez Bedolla ha anunciado que próximamente desde Cuitzeo hasta Zamora, se liberará durante el proceso de desarrollo de una nube o tormenta, el agente químico Yoduro de Plata, impactando 2 millones de hectáreas, en 88 municipios.
Según explica Chacón Torres, en el caso de Michoacán, los bosques han perdido terreno a lo largo de los años, lo que como consecuencia ha traído la pérdida de humedad, generando a su vez bajas precipitaciones en las nubes y las sequías en diversas regiones.
“Mientras no se tenga una humedad en la atmósfera en una manera relativamente abundante, el bombardeo de nubes es un desperdicio de recursos económicos (…) en lluvias convectivas que son en zonas continentales no tiene un gran efecto, el porcentaje de éxito es muy bajo y el gasto es muy alto”.
Ante el nulo porcentaje de éxito, el catedrático apunta que existen acciones certeras y de largo plazo que se podrían implementar en lugar de la siembra de nubes, resaltando que de parte de las autoridades existe una falta de manejo y planeación para el suministro de agua potable y ejemplo de ello es que del 70 por ciento del agua utilizada en actividades agrícola, el 40 por ciento de se desperdicia.
En otro caso, resalta que no existe una supervisión ni registros certeros de las concesiones de agua que otorga la Conagua o los organismos operadores del agua en los diversos municipios, lo que es aprovechado por las empresas distribuidoras de agua, tomando gran parte del líquido que por derecho le corresponde a los mexicanos.