Jaime Darío Oseguera Méndez
Iniciaron las campañas electorales locales para renovar los Ayuntamientos y el Congreso Local. Los siguientes meses serán de intenso bombardeo mediático por la publicidad que va a aparecer en todos lados: bardas, espectaculares, casas, tiendas, transporte público, radio, televisión, redes sociales. Literalmente hasta en la sopa.
Es común escuchar que la elección nacional tiene una gran influencia en los electores locales. Lo que suceda en la contienda por la Presidencia de la República, tiene un impacto al nivel municipal pero ya no es tan definitivo como lo fue hace apenas dos o tres elecciones federales.
Cada elección es diferente. Aún las que se hacen el mismo día.
En 1988 en Michoacán arrasó el Frente Democrático Nacional, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas provocando la derrota del PRI en el Estado y el nacimiento del PRD que luego tuvo importantes triunfos en los municipios. Tres años después, en las elecciones federales volvió a ganar contundentemente el PRI. En el inter las elecciones municipales tuvieron resultados completamente diferentes.
Si bien es cierto que influyen, las elecciones federales tienen un a lógica diferente a las locales.
En 1994 cuando ganó a nivel nacional Ernesto Zedillo, Michoacán le dio contundentemente su voto de nueva cuenta a Cuauhtémoc Cárdenas ya en el PRD. Al año siguiente, en las elecciones locales, el PRI volvió a ganar la Gubernatura del Estado así como una buena cantidad de municipios y la mayoría de los distritos electorales locales.
En el 2000 volvió a ganar el PRD con Cuauhtémoc Cárdenas aunque Fox fue el Presidente, pero en el 2001, en el triunfo de Lázaro Cárdenas Batel, la elección fue muy pareja y el Congreso del Estado tuvo 17 diputados del PRD y los mismos del PRI.
En el 2006 Felipe Calderón tuvo una gran cantidad de votos en Michoacán, aunque la mayoría la obtuvo Andrés Manuel López Obrador. El efecto duró al 2007 donde resultó electo gobernador Leonel Godoy. No obstante los municipios fueron repartidos entre las dos principales opciones políticas del momento: el PRI y el PRD padre de Morena.
Ya para el 2011 volvió a ganar el PRI la gubernatura con el impulso que al año siguiente tendía Enrique Peña Nieto en su triunfo presidencial pero el reparto local de los votos dio nuevamente un mosaico de opciones y en realidad se repartió el poder municipal entre varios partidos.
Ese es Michoacán, el de la gran pluralidad que ha sido escenario para el gobierno de diferentes opciones políticas. No hay ganadores únicos ni eternos, principalmente en las boletas locales, en lo municipal. Ahí hay alternancia permanente.
La numeralia de 2018 dice que el PAN obtuvo el triunfo en 40 municipios, Morena 27, PRI 21, PRD 10, Verde 6, Nueva Alianza 5, Independientes 2 y MC 1. Esto de acuerdo con las estadísticas oficiales que consideran el partido que postuló a los ganadores en ayuntamientos.
Seguramente muchos de ellos cambiaron de partido o en realidad solamente usaron un signo político para competir y después se desentendieron, pero este resultado exhibe que la alternancia que se ha instalado para siempre en el Estado. No tiene reversa.
La clara muestra es el 2021. La balanza se inclinó hacia Morena por un margen no muy amplio. El escenario requiere su análisis. Los resultados electorales de acuerdo con el partido que registró a los candidatos ganadores son muy interesantes: Morena gobierna 26 municipios, el PRI 18, PAN 15, PT 13, PRD 12, Verde 10, PES 6, MC 6, Fuerza por México 4 y dos Independientes.
No todos se quedaron en el partido que los propuso. Muchos de ellos fueron producto de las coaliciones y alianzas que se establecieron solamente para la elección.
Ese es el argumento. En las elecciones municipales suceden muchas otras cosas en las que no influye el escenario nacional.
La clase política se reúne en lo municipal, ante la debilidad de los tres grandes partidos históricos en el Estado y toma decisiones de organizarse para “jugar” buscando ganar. Son acuerdos que van más allá de las dirigencias partidistas y las campañas nacionales.
Los grupos de poder locales se organizan y acuerdan; buscan conformar la coalición dominante en los municipios, independientemente de la intención de voto de las dos grandes alianzas nacionales. No les interesan. Acá abajo pueden competir hasta por partidos pequeños y ganar.
Cuenta también la evaluación que se hace del Ayuntamiento que termina su período. Nuestra experiencia en la reelección es reciente y no hay un estudio muy acabado sobre las posibilidades de reelección de las autoridades municipales pero en general hay una penalización contra los gobiernos en funciones.
También hay un notable mercenarismo político. El proceso electoral es una fuente de empleo temporal para miles de personas que participan en tareas diversas para los partidos, de manera que no es sólo la convicción, sino la necesidad y la apuesta por obtener un ingreso o beneficio directo, que provoca el movimiento en las intenciones de voto local. Ahí no cuentan los debates y en las encuestas nacionales.
Un ingrediente adicional. El deterioro sustantivo de las dirigencias nacionales de todos los partidos, su falta de transparencia en las decisiones, el desprecio profundo y grosero de sus estatutos o procesos internos y el marcado desdén por la militancia, muestran su mercenarismo político, además de un pragmatismo cínico de los dirigentes de todos partidos, que ha provocado el movimiento frenético de un sello partidista a otro como nunca.
El transfuguismo se ha vuelto una especie de condición política. Si la traición es la divisa de las dirigencias ¿por qué no iba a serlo de los militantes? Si a eso sumamos que habrá once partidos políticos en la boleta, con sus respectivas coaliciones, entonces se multiplican las opciones y los resultados son en verdad de pronostico reservado.
Las elecciones locales tal vez no cambien el rumbo nacional. Pero en Michoacán no siempre siguen su mismo curso. Lo veremos al tiempo.