Opinión
Lorena Cortés
El espacio aéreo para el contexto de los grupos del crimen organizado ha surgido como un nuevo campo de operaciones, con el uso creciente de drones como una herramienta clave en sus actividades ilícitas. En Michoacán se concentra la mitad de los drones que, a nivel nacional, las autoridades han asegurado al crimen[1].
Es la región de la costa y tierra caliente donde se concentra el mayor número de drones cargados con artefactos explosivos improvisados y utilizados por parte de los grupos del crimen organizado.
Según el Observatorio de Seguridad Humana de Apatzingán, los ataques con drones han escalado no solo en cantidad si no en su potencial de daño, provocando un desplazamiento interno de varios poblados en las inmediaciones de Aguililla, Tumbiscatio y Apatzingán.
Según el gobierno del estado en octubre de 2023, detuvo a ocho colombianos en Buenavista, acusandolos presisamente de construir artefactos explosivos para drones. Lo que da cuenta, de los lazos trasnacioanles con los que cuentan esos grupos.
Pese a los equipos adquiridos, por parte del gobierno del estado, mucho tiempo despues de varios “dronazos” en tierra caliente, continuan este tipo de ataques. Este fin de semana nuevamente la comunidad de Tangamandapio fue atacada por bombas tripuladas por drones.
Pobladores y las mismas autoridades de Coahuayana han insistido que integrantes de grupos del cirmen organizado permanecen en la localidad fuertemente armados, además de reportar que, mediante el uso de drones lanza bombas explosivas y productos químicos asfixiantes, ya lograron controlar los pueblos de Palos Marías y El Órgano.
Según datos proporcionados por la SEDENA, el año 2023 registró un aumento del 11.5% en los ataques perpetrados con estas aeronaves no tripuladas. Sin embargo, analistas en seguridad estiman que el incremento supera el 50% y la tendencia va en aumento.
El uso de drones por parte del crimen organizado representa una nueva era en la delincuencia, con consecuencias alarmantes para la seguridad nacional y la estabilidad del Estado mexicano. Estas aeronaves no tripuladas, además permiten a los grupos delictivos realizar operaciones de vigilancia, reconocimiento y transporte de manera discreta y eficiente, eludiendo la detección y el control de las autoridades.
El crimen organizado es un fenómeno dinámico que se adapta rápidamente a las medidas de seguridad implementadas por las autoridades, sin emabrgo lo más importante es tener presente que detrás de cada acto criminal hay vidas destrozadas, familias en duelo y comunidades enteras sumidas en el miedo y la incertidumbre.
La realidad de Michoacán nos confronta con una situación paradójica: una «paz fragil» mantenida precariamente por grupos armados, donde la amenaza de violencia latente acecha constantemente. Los recientes ataques con drones son solo un ejemplo más de cómo la normalidad puede ser interrumpida por estallidos de violencia grotesca en cualquier momento.
Mientras tanto, desde el oficialismo prevalece una trivialidad que lastima profundamente a la sociedad michoacana. La banalización de la realidad, la falta de acciones efectivas y la indiferencia ante el sufrimiento de la población solo agravan la situación, minando la confianza en las autoridades y perpetuando el ciclo de violencia y miedo.
[1] https://www.eluniversal.com.mx/nacion/michoacan-el-epicentro-de-la-guerra-de-los-drones/