Opinión
Lorena Cortés
A primera vista, las fuerzas policiales pueden parecer entornos de igualdad de oportunidades. Sin embargo, tras la fachada de uniformes, es muy común que las mujeres policías enfrenten una forma de violencia menos visible pero igualmente perniciosa: la violencia institucional.
La discriminación, desigualdad laboral, el acoso y abuso sexual son las principales formas de violencia de las que han sido víctima las mujeres policías dentro de sus corporaciones (Causa en Común, 2022).
La violencia institucional se manifiesta en dinámicas más sutiles que erosionan la autoestima, convirtiendose en un lastre en el desempeño de las mujeres policías. Desde comentarios condescendientes y asignación desigual de tareas hasta prácticas de promoción que deningran su dignidad, este tipo de violencia actúa como un veneno silencioso que corroe la confianza y obstaculiza el avance en sus carreras.
Según la Comisión Nacional de los Derechos Humanos el hostigamiento y acoso sexual, son las prácticas que más son denunciadas y que más afectan en su integridad emocional y psicológica a las mujeres policías, pues están en una posición en donde son sometidas al poder jerárquico de sus mandos y en consecuencia expuestas y vulnerables a esté tipo de violencias que se convierten en un lastre de vida en sus carreras, dejando cicatrices profundas en el ambiente laboral.
Es muy común que detrás de las uniformadas, haya una batalla silenciosa por el hostigamiento y acoso sexual que enfrentan, por que callan: 8 de cada 10 mujeres policías no denuncian esas violencias.
Según Causa en Común, el tipo de agresiones sufridas más comunes por las mujeres policías en su paso por la academia van desde piropos ofensivos o comentarios lascivos, solicitudes o insinuaciones sexuales, mensajes de whatsapp con contenido sexual implícito, hasta tocamientos sin su consentimiento y la violación, generando un entorno laboral hostil que impacta en su salud mental.
En la carrera policial ser mujer es una verdadera hazaña, es más facil que un hombre llegue a ser mando o comandante “en menos tiempo” que una mujer o que tenga acceso a una motocicleta o a un vehículo para llevar a cabo sus labores, sin tener que haber padecido algún tipo de violencia, como suele suceder en la Guardia Civil del Estado, según los propios testimonios de las mismas mujeres policías, que señalan está situación como una práctica muy común.
Sin embargo, hay que dercirlo, la presencia de mujeres en las fuerzas policiales ha experimentado un aumento significativo en las últimas décadas, marcando un avance importante hacia la igualdad de género, como es el caso de la Policia de Morelia que más de la mitad de los agentes policiales son mujeres.
El patriarcado en el ámbito de la seguridad es el problema subyacente que influye de manera significativa en la violencia contra las mujeres. A pesar de los avances en la equidad de género en diversas esferas, las fuerzas de seguridad a menudo reflejan y perpetúan dinámicas patriarcales que contribuyen a la vulnerabilidad de las mujeres y a la falta de respuesta efectiva ante la violencia de género.
Algo que a cobrado especial relevencia es que el patriarcado, ha impuesto una narrativa que valora la apariencia sobre las habilidades y la competencia de las mujeres en este ámbito, las mujeres enfrentan de igual forma una presión para cumplir con normas estéticas hasta llegar a la cosificación de sus cuerpos[1].
Ninguna corporación está libre de violencia contra las mujeres policías, este fenómeno ha sido un lastre en su desempeño, pues en muy pocas corporaciones existen protocolos efectivos para prevenir, atender y sancionar la violencia de género, así como otros mecanismos que alienten a un ambiente que tenga cero tolerancia a la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones.
[1] Forma de discriminación sexista a una mujer. La cosificación de los cuerpos de las mujeres las muestra como objetos no pensantes. (Pierre Bourdieu, 2012).