Por: Jaime Darío Oseguera
Sí. Esta semana el Presidente López Obrador presentó el paquete de iniciativas de reforma constitucional y legal que marcarán su “legado histórico”. Es la manera como ve al país después de cinco años de gobernarlo y sintetiza el activismo que ha tenido en los temas centrales del país.
No. Llama la atención que haya sido hasta ahora, al final de su gestión, cuando ya se acabó. Más aún cuando en la elección intermedia perdió el respaldo político que había obtenido en el 2018 cuando ganó abrumadoramente el Poder Legislativo.
Sí. Este paquete de reformas se presenta en plena época electoral, lo que para muchos es un exceso o un riesgo. Es el momento para definir proyectos de país y mostrar los programas políticos que definen a ambos bandos. Los Morenistas y sus aliados están contentos porque tienen una serie de reformas que defender.
Sí. Es un momento para saber qué piensa la oposición y cuál es el proyecto conjunto. Los partidos de la Alianza y Xóchitl Gálvez tendrán que establecer un verdadero bloque no sólo de contención legislativa, sino un activismo verdadero, puntual y de defensa recia de lo que consideren que es relevante de la reforma y explicar por qué van a rechazar ciertos puntos, unidos. Viene lo mejor en materia de debate ideológico.
No parece ser el mejor tiempo para las reformas. Tal vez fue falta de experiencia o exceso de optimismo en su cálculo político pero el sistema está diseñado justamente para que siempre haya un equilibrio legislativo. Contrapesos entre el Senado, la Cámara de los Diputados y las Legislaturas locales para reformar la Constitución. Cuando tuvo mayoría a nivel nacional no había en lo local. Morena fue poco a poco ganando lo local pero hoy no tiene los números para una reforma constitucional.
Sí al reconocimiento de los pueblos y comunidades indígenas, la pensión de adultos mayores, las becas a estudiantes de bajos recursos en todos los niveles. Será imposible e indefendible una postura que vaya en contra de estos principios. Nadie en su sano juicio se atreverá a atacar o ir en contra de estos programas. Es una plataforma política que privilegia la igualdad y que pone el acento en lo que llevó a López Obrador a la Presidencia: primero los pobres. El planteamiento es saber ¿Cuánto cuesta cada uno? ¿De dónde saldrá el dinero para financiarlos?
No. Debería fraguarse una gran reforma fiscal para financiar estos proyectos. De momento nadie habla de ese tema, pero a reserva de ver el cambio en las prioridades de gasto, tenemos que observar bien de dónde saldrá el dinero que, por cierto, ya no tendrá que ser materia de este gobierno. El tema lo tienen que atender el siguiente gobierno.
Sí, por supuesto que es necesario voltear a ver el tema de que los trabajadores sean dueños de sus viviendas. Infonavit tiene las tasas de interés más altas del mercado y se ha vuelto esclavizante el pago de quienes obtienen ingresos mínimos. Será un reto que no se vuelva a convertir en lo que un tiempo fue, el gran barril sin fondo de la burocracia y los desarrolladores corruptos que obtuvieron jugosas ganancias de hacer casas de papel, marginales, exiguas, ridículamente reducidas, de baja calidad y alejadas.
Sí. La reforma de las pensiones es necesaria. A reserva de estudiarla bien, en general no cambia el esquema que ya se viene trabajando. Sin desaparecer las Afores, lo que se sabe es que habrá una garantía para que los jubilados con pensiones menores sí obtengan el total de sus ingresos al jubilarse.
Un gran problema de las pensiones es que se beneficiaron de ellas quienes obtenían mayores ingresos. Es natural, son quienes mayores cotizaciones tuvieron, pero los de abajo, quienes se jubilaron apenas con salarios menores, hoy reciben cantidades ridículas que de ninguna manera alcanzan para vivir.
Veremos cómo funciona el fondo semilla que se anunció y la manera en que se va a revertir el efecto del cambio en la pirámide poblacional que, en cierto sentido es el fundamento del quiebre del sistema de pensiones en la mayor parte del mundo.
Sí a hacer respetar las zonas de agua, proscribir el maltrato animal, prohibir el fentanilo, evitar el fracking, penalizar severamente la extorsión, garantizar el derecho a la educación y el trabajo, apoyar a pescadores, internet gratuito. Sí a todo. El asunto no es saber qué, sino cómo. Enfrentar las causas y las consecuencias. El remedio y el trapito. Ya sabemos cuáles son los problemas y no son nuevos. Veremos cómo se resuelven o se enfrentan. Hay que escudriñar en las causas y no sólo en las consecuencias.
No a la reforma que pretende que los miembros del Poder Judicial se conviertan en activistas políticos para ganar elecciones. La reforma al Poder Judicial es necesaria, pero no pasa por hacer que los jueces en general se conviertan en entes políticos buscando ser electos. Será el peor error de la historia, llevar la justicia al mercado electoral.
Sí, por supuesto, el país está lastimado por la falta de justicia que se observa en los ámbitos de las Fiscalías y Poder Judicial, pero eso no lo resuelve una elección directa en las urnas. Antes bien, complica más y compromete a los jueces con quienes les ayuden. Los pone a merced de los grupos poderosos y en particular, eventualmente de la delincuencia organizada.
No es la mejor manera de atacar el tema de la seguridad y violencia, entregando al ejercito las tareas de proximidad, seguridad pública y eventualmente la persecución de los delitos. La Guardia Nacional debe ser civil. No le conviene al propio ejército que con frecuencia se ve comprometido como institución por las amenazas, violencia, irreverencia que le muestran en algunas zonas y, por supuesto, como consecuencia los posibles excesos que se cometan en su nombre.
Sí, hay que cambiar el sistema plurinominal para privilegiar el voto directo, la búsqueda de la voluntad popular y acabar con las elites de todos los partidos que viven del erario, realmente sin trabajar. Si a todo lo bueno; sí.