Por Gisela García.
En la historia de las democracias, se sabe por experiencia que es menester para el país contar con un ejército fuerte para contener conflictos que amenacen con la soberanía nacional, pero para el ejecutivo en sí es aún más importante que ese ejército esté de su lado para garantizar la protección del Presidente de la República y su permanencia hasta el final de su mandato. Y es que, la historia de las democracias latinoamericanas nos ha demostrado que es posible derrocar un régimen a partir del descontento del ejército. Cuba, Argentina y más recientemente Venezuela son muestra de ello.
De ahí la importancia y el peso que Presidentes de México le han dado a las fuerzas militares e incluso los privilegios de los que no gozan otros sectores. Porque no es lo mismo que Pemex pare la producción un tiempo y desestabilice la economía a que la Secretaría de la Defensa se levante en contra del Jefe de las fuerzas militares y lo despoje de la banda presidencial. La historia también nos cuenta un intento de golpe de estado en contra del entonces Presidente Miguel de la Madrid que concluyó en el aumento de salario a todos los rangos militares en un 200%.
Ahora el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador lo vuelve a hacer, las razones, las desconocemos los ciudadanos mortales como usted y como yo, pero lo cierto es que, mientras en la Suprema Corte de Justicia de la Nación hay descontento entre los trabajadores por un dictamen aprobado en la Cámara de Diputados esta semana que elimina sus fideicomisos, ese mismo Congreso plagado de morenistas de paso está decirlo, aumentó nuevamente los fideicomisos militares siendo ya un aumento en porcentaje de 1,770 por ciento en lo que va del sexenio del presidente de la austeridad. Es decir, de 5 mil millones a 99 mil millones de pesos para todos quienes han jurado bandera.
Y no es precisamente una crítica al ejército, aún cuando este ha sido protagonista de actos deshonrosos, delitos de sexuales y de violación a los derechos humanos en regiones marginadas del país en su mayoría; no es una crítica concreta al ejército por la corrupción y abuso de poder del que fue cómplice y parte en Ayotzinapa; no es una crítica al ejército de Acteal o de Tlatlaya. O tal vez sí, porque este presidente ha decidido cuidar su espalda antes que la de los mexicanos y pasar por alto todos los agravios a la patria y a los ciudadanos que han jurado defender.
El ejército ha conseguido un poder casi omnipotente y privilegios que ninguno de nosotros en el mejor de los empleos puede acceder, los elementos militares hacen lo que quieren sin rendirle cuentas a nadie y el Presidente Obrador se ha envuelto en una cadena verde que lo protege pero que también puede jugar en su contra ante cualquier paso en falso.
No por algo ocurrió la sorpresiva exoneración por parte del Gobierno de Estados Unidos primeramente y de la Fiscalía General de la República en consecuencia de un ex Secretario de Seguridad acusado de nexos con el narcotráfico y el cartel de los Beltrán Leyva en octubre de 2020. Si García Luna es a Calderón, evidentemente Cienfuegos es a Obrador.
En un acto de total descaro el General de División Salvador Cienfuegos fue condecorado por el mismo Presidente de la República el pasado 11 de octubre en el marco del Bicentenario del Colegio Militar. No por algo este presidente de la Transformación que más bien parece la destrucción de la nación, ha defendido ante la opinión pública la reputación de este general asegurando que fue imputado por delitos que no cometió por lo que pidió descalificar los documentos que en Estados Unidos lo inculpaban y limpiar su reputación.
Un general que dicho esta de paso, tiene las manos metidas hasta los codos en el caso Ayotzinapa entorpeciendo la investigación al evitar que se interrogara el 27 Batallón de Guerrero, que además inició una campaña de descrédito contra el grupo de investigadores internaciones del caso y los obligó a salir del país. Y que no obstante, Obrador asegura que en la investigación no existe indicio que acuse al general, tan seguro está el presidente que es quien encabeza la investigación de los normalistas, con la intención claro está de asegurarse de inculpar a los correctos y exonerar a quien considera preciso.
Está claro que Obrador, el ejército, Cienfuegos y sepan cuantos militares más han mancillado a la patria, esa misma que juraron defender con su vida y que ahora es el edén de la impunidad de la que todos quienes porten un uniforme militar pueden gozar.