Por: Christián Gutiérrez.
El Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, estuvo en Morelia el fin de semana pasado en reunión con empresarios y, el secretario de Gobernación, Adán Augusto, estará este martes en la capital, reunido con legisladores para cabildear sobre la militarización del país hasta el año 2028.
Ambos personajes, de manera indirecta están haciendo precampaña electoral, solo que su narrativa esquiva términos, ideas y conceptos electorales para no violar las leyes y meterse en un problema que los descarrile del poder presidencial en 2024.
Sus precampañas son exitosas por donde se les vea. Utilizan recursos públicos para moverse y acrecentar el posicionamiento de sus marcas; los usan para mover estructuras sociales y pagar propaganda que presentan de manera encubierta ciudadanos que se dicen simpatizantes. Pagan sus precampañas con dinero del gobierno federal y, lo mejor para ellos, es que varios periodistas y comunicadores que se dicen anti-obradoristas refuerzan el posicionamiento de marca de estos personajes etiquetándolos como “corcholatas”.
La etiqueta corcholatas, es la clave.
Lo he dicho. López Obrador está muy bien asesorado y los anti-obradoristas, no lo están. Por eso, lo mejor que puede sucederle a los aspirantes del Presidente es que “propios y extraños” los mencionen una y otra vez como “corcholatas”. Los anti-obradoristas no imaginan que cada mención de este tipo, le da más fuerza a la narrativa de López Obrador. ¿Por qué?
Es muy Simple: En los estudios del “reflejo condicionado”, está la respuesta científica.
Iván Pavlov (1849-1936) enseñó cómo se puede generar un reflejo condicionado, a partir de un estímulo externo. Y esto es precisamente lo que los anti-obradoristas hacen y refuerzan.
Funciona de la siguiente manera:
El estímulo externo es la palabra “corcholatas”, y en cada ocasión que se menciona, se genera el reflejo ya condicionado en la mente de los ciudadanos. Es decir, en la mente de quien escucha la palabra “corcholatas”, aparecen los candidatos de López Obrador. Y emergen mentalmente estos candidatos, porque el Presidente expuso primero la etiqueta y astutamente los asoció con sus “aspirantes”. Sus adversarios hablan en estos mismos términos y a todos por igual les dicen “corcholatas”, sin saber lo que provocan.
Yo mismo, al intitular a mi columna semanal “corcholatas”, contribuyo con la narrativa de López Obrador. Sin embargo, mi fin no es de partido político, sino para la comprensión de fenómenos lingüísticos y de neurocomunicación, lo cual por cierto, me resulta apasionante.