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HABLEMOS DE DEMOCRACIA

Por: Alejandro Carrillo Lázaro

La última alternativa en el mundo bajo la cual un sistema político protege en esencia la identidad individual, el derecho a la autorrealización y el desarrollo social es la democracia; hay a quienes no nos gusta por la posibilidad de su degradación y la carta abierta a la simulación que puede promoverse desde las organizaciones de todo tipo que se auto consignan “la representación” de una comunidad o que se otorga mediante la Constitución a los órdenes de gobierno. Pero la democracia con todo y eso se defiende y mediante la propia confianza o fe ciega que esta tiene en la voluntad individual en su colectivo social prevé que se encontraran los mecanismos para así consagrarla.

Esos mecanismos no se han constituido desde la idea vaga, si no de las experiencias que a lo largo del camino de la edificación de nuestra patria mexicana van definiéndose y que dejan de manifiesto las alternativas entre un camino de centralismos políticos autocráticos o la vía democrática. Entonces podemos inferir que este concepto no ha tenido un camino fácil, al ser definida como “el poder del pueblo” la responsabilidad de mantenerla es del mismo, así como su calidad y sus resultados.

La Democracia es así de compleja, pero bien vale la pena defenderla, la virtud de este concepto político es que no puede ser realizable bajo la inquietud de una muchedumbre enardecida, mucho menos de un solo individuo que ocupe una silla presidencial. La democracia aglutina diversos sectores públicos (no sociales) como el económico, el cultural, la información, la apertura del espacio participativo, la educación y su valor fundamental es la libertad, valor bajo el cual nace el derecho a una privacidad. La democracia se entiende en constante peligro, usurparla siempre es posible (México es democrático desde 1917, pero vivió 70 años de simulación democrática, donde se consagraron fraudes como el del 88 y la falta de transparencia de participación ciudadana en el 2006, y la fórmula de intromisión del poder ejecutivo a los otros dos actualmente) por eso, la supremacía del Derecho (el Estado de Derecho) con el cual norma la vida orgánica del gobierno mexicano, los derechos ciudadanos y las relaciones bajo las cuales el Estado buscara la satisfacción del bien público.

El Presidente de México ha gritado a los cuatro vientos “sufragio efectivo, no reelección” emulando a quien ha calificado de ser el apóstol de la democracia Francisco I. Madero, es curioso, pero la democracia no consiste solo en no reelegirse, no consiste solo en la participación electoral un domingo cada 6 años, la democracia radica en respetar la libertad de emitir opiniones sin calificativos de conservadores, fifís o neoliberales, respetar la norma porque en ella está consagrado el pacto de los mexicanos, respetar la investidura presidencial y de los otros dos poderes pues en ellos se encuentra depositado el mandato supremo del pueblo de México, respetar las instituciones y no arrastrarlas al desprestigio como es el caso del Ejercito Mexicano que en 16 años ha visto desde las calles como la criminalidad ha ido en ascenso. En fin, ser DEMOCRATA, debe ser respetar la libertad de los otros siempre debajo de una norma jurídica que no contravenga los principios fundamentales de la patria mexicana. Ante esta aseveración es claro que el presidente no entiende el concepto o hace de él lo que cree conveniente (eso es simulación), decir que se es demócrata solo porque no me voy a reelegir, es igual a decir que soy futbolista porque acabo de comprar un balón.

A los que entienden la Democracia: o la defendemos o en algunos meses la máxima de este concepto será “o conmigo o contra mi”

Eppur si muove

A regañadientes. ¿Qué hace el presidente diciéndole a la oposición que escoja rápido a su candidato? No es posible que el juego de “hacerse el tonto” le quede tan bien, no ha acabado de darse cuenta de que su trabajo es ser presidente de México y no ser el adalid de un partido político. El presidente ha utilizado la “campaña” como la estrategia que fundamenta su actividad política, razón por la cual no existen resultados presentes, sino siempre ha futuro.

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