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A 200 años de la Consumación de la guerra de Independencia.

El mes de septiembre es conocido como el mes patrio porque lleva consigo diversas celebraciones nacionales, como el 13, en que se conmemora la defensa del Castillo de Chapultepec por los cadetes del colegio militar de los cuales relucen 6 nombres de nuestros niños héroes; el inicio de la guerra por la Independencia de nuestro país la noche del 15 y el 16 de septiembre en las que hace coincidir a todas las entidades de nuestro México en un mismo grito de libertad y soberanía: “¡Viva México!”; y el 27 de septiembre, fecha un tanto olvidada y no tan remarcada como la mencionada anteriormente pero que sitúa  la remembranza de la consumación de la guerra de independencia y que justo en este 2021 cumplirá su bicentenario.

200 años del fin de una guerra, en la que un Vallisoletano de la Nueva España (que hoy sería moreliano) fuera un protagonista importante, tan importante como quien emprendiera el inicio de tan afamada lucha junto al Cura Hidalgo y que brindara los cimientos de la república que hoy tenemos, (Don José María Morelos) justamente hablo de Agustín de Iturbide, quien fuese el primer emperador de nuestra patria naciente (quiero en este sentido darle todo el reconocimiento que merece a quien no ha sido tratado como el héroe nacional que desde mi punto de vista es, finalmente, un ejemplo claro de que los conservadores no son enemigos de nadie, al contrario, le han dado tanto a nuestra tierra como los liberales).

Puede ser difícil imaginar lo que el final de esa guerra significaba para nuestro país, pues era dejar claro que estaba naciendo una nación independiente y soberana. Tal fiesta se ve retratada en la obra anónima de la entrada del ejército Trigarante a la Ciudad de México, comandado por el Coronel Iturbide (justamente este acontecimiento se verá retratado en el nuevo billete de 20 pesos que emitirá el Banco de México conmemorando el citado bicentenario), sin embargo, el conjunto de emociones puede ser un encuentro complicado; por un lado nacía nuestro país y por otro se avecinaban retos de magnitudes inconmensurables.

El propósito de este artículo no es sólo traer a la memoria uno de los acontecimientos más importantes para el país y colocarlo en el sitio que le corresponde (perdónenme la insistencia, pero, aunque el grito de Dolores marca el inicio de la guerra, el final de la guerra marca el inicio de nuestra patria y no sé ¿cómo lo juzguen ustedes? estimados lectores pero, ¿cuántas guerras conocemos sin un final triunfante como el nuestro?)

Trato de hacer un balance de la herencia que nos dejaron nuestros héroes y heroínas nacionales y los resultados que nosotros mismos hemos obtenido. La guerra terminó hace 200 años y sin embargo la cultura democrática de nuestro país apenas en el siglo XXI ha tenido muestras de la libertad del pueblo para elegir a sus representantes, aunque hoy mismo se ven amenazadas esas mismas libertades por el “Regente” del Palacio Nacional y por el crimen organizado, que ha perpetrado los distintos órdenes de gobierno; han pasado 200 años desde que la procuración de justicia se buscó fuese adherida a instituciones mexicanas para nosotros los mexicanos y sin embargo al día de hoy, solo un bajo porcentaje cree en las instituciones creadas por nosotros mismos, ejemplo claro es el porcentaje de denuncias que los mexicanos hacemos cuando somos víctimas de un delito, resultado también de la alta impunidad que impera en nuestro sistema judicial.

Han pasado 200 años de dejar muy en claro que nuestro país es nuestro y nada más que nuestro, aunque diariamente se conjuran actos que laceran nuestra dignidad, y no me refiero a las concesiones de hidrocarburos o explotación de recursos naturales en manos de extranjeros, me refiero a los actos de corrupción que día a día miles de mexicanos configuramos en nuestro actuar con cualquier imagen de autoridad.

Hoy, a 200 años del nacimiento de la patria mexicana que tuvo entre sus retos, varios confrontamientos con naciones extranjeras, guerras por reformas, dictaduras partidistas y hasta un magnicidio a finales del siglo pasado, de quien representaba la posibilidad de un cambio trascendental para el país desde la silla presidencial (Colosio), solo me asaltan dos dudas que considero ampliamente razonables o nuestros gobiernos no han estado a la altura de la herencia del heroísmo mexicano o, los mexicanos estamos perdiendo la memoria. Y con ello nos dejamos de quienes nos prometen ilusiones, delegando nuestra esencia política a unos cuantos. 

Cualquiera que sea la respuesta a esas preguntas la verdad no nos podría sorprender, quien le eche la culpa a alguien más, es tan culpable como todos. Hoy en día vemos en Michoacán a un gobernador que no coincide con el presidente, dejando a mexicanos sin la protección del Estado, en Aguililla. Y a un gobernador electo que les dice a los demás, “Espérenme a que llegue yo, ya tengo la gestión para hacer los cambios”. ¿Por qué no lo hace ahora?, ¿qué se necesita?, ¿por qué hasta que llegue a la silla del gobernador?. Esto es un ejemplo claro de que los mexicanos estamos al último en la fila de los beneficiarios, si de legitimar un partido político se trata.

La división de los ciudadanos entre chairos y fifís, liberales y conservadores es un ejemplo de que no se entiende lo que los mexicanos de hace 200 años lograron consolidar, sí  algo hacen las guerras como la de independencia, es unificarnos a todos sin importar raza o procedencia, siempre y cuando el ideal sea el mismo y de esto debe hacerse alarde, debe gritarse a los cuatro vientos; los mexicanos somos todos y es tiempo de que empecemos a honrar a los héroes que nos dieron patria, no solo con fiestas mexicanas y gritos desde un balcón, sino con nuestros actos, trabajando día a día por hacer de nuestro México el país por el que quienes dieron su vida, empezaron a constituir hace dos centenarios.

México necesita mexicanos sin distingos, gobiernos con el único propósito de servir y procurar el desarrollo. México necesita mexicanos libres, seguros, en paz y con oportunidades de crecimiento, lo demás, con ese tipo de mexicanos siempre es posible.

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