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Los niños con cáncer y la teoría del complot.

Muy probablemente las personas con cáncer en este país seguirán sin medicamentos, por lo menos así lo hace pensar la arriesgada táctica del doctor Hugo López-Gatell, de llamarles golpistas para intentar desacreditar a quienes exigen medicinas porque las necesitan y no las tienen.

La teoría del complot le otorga al poderoso un enemigo permanente y la posibilidad de ser él, el héroe que defiende a la sociedad de quienes conspiran en su contra y los desenmascara.

Las tesis conspiracionistas y de complots son tácticas para el ejercicio de poder. Revelan la intención propagandística de quien busca mantener el control y la paranoia que viven los poderosos, así lo planteaba Elías Canetti en su clásico texto Masa y Poder.

Traigo a colación esta tesis del Premio Nobel y uno de los grandes teóricos del poder, porque a simple vista parecen idiotas las irresponsables declaraciones del doctor López -Gatell sobre las intenciones “golpistas de los niños con cáncer”, pero no lo son, por el contrario son parte de una narrativa que un día sí y el otro también el gobierno le receta a los mexicanos, con el único objetivo de tener siempre un enemigo identificable.

La narrativa del complot busca desacreditar todo aquello que se opone al poderoso, detrás de cualquier crítica, manifestación o reclamo, hay intereses oscuros de personas y grupos con intereses creados, que buscan destruirlo y con él todo aquello producto de su creación o fuente de apoyo; eso, convierte a esa amenaza en algo que no es personal sino colectivo y por ello su misión es resistir los embates, convirtiendo al poderoso en un héroe salvador de la colectividad.

Así que bien vale el costo de hacer declaraciones que parecen absurdas, como esa tesis de que unos niños con cáncer preparan un golpe de Estado, pues el objetivo de fondo es mostrar como ellos no son ellos, sino que son manipulados por los enemigos del presidente, en su narrativa, utilizan una mascara para conmover a la gente y organizan un montaje porque quieren destruirlo, pero él, el presidente y sus seguidores los van a desenmascarar.

En el momento en que sus detractores muerden el anzuelo y comienzan a repetir esa narrativa para criticarla, la fijan en la percepción, dándole a quienes están en el poder lo que buscaban, imponer la agenda, viralizar ese encuadre, hacer que todos hablen de ello, que critiquen a López-Gatell, incluso que soliciten su renuncia, al final él no es el presidente, sino solo su escudero.

Pero el beneficio no solo está ahí, sino que al desacreditar a sus críticos, especialmente a los referidos por López-Gatell, intentan deslegitimar una demanda que es real y es altamente peligrosa para el poderoso porque toca las fibras más sensibles de la gente, sus hijos; al dividir la percepción de los ciudadanos y sembrar duda sobre la autenticidad de realidades que cuestionan en la médula el proyecto de poder, ganan minimizando un problema que es real.

De ahí que el apoyo social a la causa de los padres de niños con cáncer y familiares de personas que padecen esa enfermedad, quienes en la realidad no tienen medicamentos, no sea arrollador, sino limitado; aquellos, los que están en el poder, lograron su cometido.

Mientras tanto, el presidente inaugura una sección en su conferencia matutina para decir “quien es quien en las fake news”, una táctica que utiliza para que su versión de la realidad sea la única verdad de la historia.

Será ese espacio el recurso para “desenmascarar a sus adversarios”, para revelar cada semana las “evidencias” de que hay un complot en su contra, una conspiración que busca destruir su proyecto de poder, que en su narrativa, se llama “cuarta transformación”.

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