Las clases medias se atrevieron a desafiar al gobierno en las elecciones del pasado 6 de junio y eso les está costando ser no solo el foco de atención durante más de 8 días consecutivos en la conferencia matutina, sino también el nuevo villano de la narrativa que el presidente construye para seguir polarizando a la sociedad.
Resulta paradójico que el país aspire, en palabras del propio presidente, a tener un sistema de salud como el de Dinamarca, pues ese país tiene un sistema de seguridad social robusto gracias a la carga impositiva más alta de los países de la Unión Europea, y más paradójico aún que la sociedad danesa ha sido calificada por algunos como el paraíso de la clase media; dos factores que en la narrativa presidencial son la encarnación del mal.
El resentimiento del presidente en contra de las clases medias no es nuevo, fue ese grupo social el que en 2006 y 2012 no le dio su apoyo en las elecciones, que en 2018 se atrevió a confiar y decepcionado este año, en su mayoría le retiró su apoyo. La anécdota que él mismo contó en la mañanera del 13 mayo, cuando en Santa Fé, le gritaron “naco” pinta de cuerpo entero ese resentimiento.
La embestida en contra de las clases medias en su gobierno tampoco es nueva, las políticas recaudatorias y fiscales que ha impulsado esta administración si a alguien han afectado es la clase media, que son la mayoría de los contribuyentes cautivos. Y durante la pandemia, también les dio la espalda a las micro y pequeñas empresas, que son todas encabezadas por mexicanos clasemedieros.
Pero ¿por qué reacciona así el presidente?, a simple vista se podría pensar que se equivoca al pelearse con la mayoría de la población, pero no es así, lo que hace es lo que siempre ha hecho, doblar la apuesta, pero ¿qué gana?, veo por lo menos cinco cosas:
- Divide. Acentúa la confrontación, promoviendo más odio y fortaleciendo la división social que quiere mantener en el país, como todo buen demagogo, está decantando a los buenos y a los malos.
- Desactiva. Apela a la culpa, en una sociedad culpíjena, provocando que muchos de los aludidos, al sentirse culpables de la vida que llevan, de sus “aspiraciones” decidan ponerse del “lado correcto” o bien permanecer inactivos. Es decir, busca manipularlos a su favor o por lo menos desactivarlos.
- Manipula. Una parte del contenido religioso de su discurso va dirigido a los pobres, especialmente aquellos que no reciben un apoyo del gobierno (porque no alcanza), a que sientan que están del lado correcto de la vida, es decir, de aquellos para quienes la pobreza es sinónimo de virtud, para quienes dice la biblia el camino al cielo es más ancho.
- Desacredita. En su narrativa crea una categoría de análisis más, que se suma a la amplia variedad de calificativos que forman parte del costal al que echa a los malos del cuento.
- Advierte. Se las va a cobrar y los clasemedieros no tendrán forma de quejarse, ya les avisó, su siguiente paso, una reforma fiscal que seguramente irá al cuello de la mayor parte de contribuyentes cautivos, o sea, la clase media, porque no los considera “asalariados”, como se ha referido la titular del SAT.
Las palabras crean y son instrumentos de poder, el presidente muestra a las clases medias todo el poder enjuiciador de las suyas, creando un marco de referencia para sustentar sus acciones futuras. ¿Seguirán los clasemedieros mexicanos cayendo en su juego?