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Más partidos, ¿más democracia?

Los partidos políticos de reciente creación andan en la pepena de liderazgos tránsfugas de otros partidos, de simpatizantes que ante el desencanto de lo conocido buscan alguna alternativa en lo “nuevo” y de figuras públicas con fama que puedan ayudarles a mantener el registro en la próxima elección del 6 de junio. Sin embargo, ¿eso significa que nuestro sistema político es más democrático?

La creación de partidos políticos en México es para algunos un negocio muy rentable, no solo por el financiamiento público que reciben, sino por la influencia que pueden ejercer en la toma de decisiones que beneficien a ciertos grupos de interés y sobre todo la posibilidad de lucrar con los contados espacios que obtienen en el Congreso de la Unión.

Desde la década de los noventa, después de la aprobación de las reformas que dieron paso al financiamiento público, la mayoría de ellos, los más pequeños, se han convertido en negocios familiares y en comparsa de la élite que gobierna. Los tres partidos de reciente creación, son ejemplo de ello, pues constituyen una estrategia de captura de votos indirectos por parte del partido oficialista y del gobierno.

Quizá los casos más escandalosos de partidos que son un negocio familiar son el Partido Verde Ecologista de México, que ha beneficiado a Jorge González Torres, su hijo, parentela y amigos. Además ese partido se ha convertido en un verdadero mercenario de la política, pues sin ningún tipo de pudor pacta con quien esté en el poder, así ha pasado de aliado del PAN, a estar con el PRI y ahora con Morena.

Y están los partidos que ha creado Elba Esther Gordillo, que después de haber sido una figura importante del priismo, dejó el partido para fundar primero el Partido Nueva Alianza, llevándose a esas filas a líderes y parte de la base del magisterio del SNTE. Durante su existencia, las hijas, yernos y nietos de la “maestra” ocuparon los espacios de representación en el Congreso y la dirigencia de ese instituto político. Ante la perdida de registro de dicho partido en la elección de 2018, Gordillo se dio a la tarea de crear un nuevo partido, Redes Sociales Progresistas, en el cual también su familia lleva mano, y sí, también se alían con quien esté en el poder.

Pero además de ser negocios familiares, los partidos pequeños que se crean y desaparecen elección tras elección, también lucran políticamente, pues utilizan los espacios que obtienen para aliarse al grupo que gobierna en turno, generando mayorías ficticias en ambas Cámaras de Congreso y utilizando a sus contados representantes como peones en un tablero ajedrez para dar las mayorías que se requieran según la coyuntura. El ejemplo más claro se ha dado en la actual legislatura, pues parte de la sobre representación del partido oficialista se debe precisamente a las bancadas de los partidos pequeños.

Ahora que han comenzado las campañas electorales se observa a los partidos de reciente creación, Redes Sociales Progresistas, Fuerza México y Partido Encuentro Solidario, que obtuvieron su registro ante el INE, sumar a sus filas a liderazgos de las otras fuerzas políticas que enojados con sus dirigencias nacionales o locales, buscan un espacio de participación política, así como a figuras públicas que por su popularidad, podrían allegarles los votos que necesitan para obtener el 3% de la votación valida emitida, conservar el registro y seguir existiendo.

Tal es el caso de la candidatura de Jorge Hank Rhon en Baja California, quien emigró del PRI al PES para volver a ser candidato a la gubernatura de su estado, o el de Cristóbal Arias, quien rompió con Morena y ahora es candidato de Fuerza México en Michoacán. Esto se repite a nivel local, estos partidos andan convenciendo a tránsfugas de diversos partidos, lo que deja claro que de nuevos, no tiene mucho.

Otro fenómeno es el de las figuras públicas, que son reclutados por estos partidos, como Alfredo Adame, actor y conductor de televisión, quien ahora es candidato de Redes Sociales Progresistas y una lista larga de outsiders que desfilan en todos los partidos, pero particularmente en los de reciente registro.

Más partidos no significa más democracia, especialmente cuando lo que vemos es la circulación de los mismos cuadros políticos de un partido a otro, que los recursos públicos asignados a estos se quedan en el patrimonio de algunas familias y que el pragmatismo de buscar outsiders para ganar una elección, provoque que ya en los cargos se conviertan en peones intercambiables para dar mayoría a quien está en el poder, en este caso, Morena.

Viviana Mondragón Lazo.

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