Opinión
Lorena Cortés
Sobre la controversia constitucional referente a que la Presidenta de México Claudia Sheinbaum descalifica a priori la orden de la jueza Nancy Juárez, un aspecto imprescindible de análisis reside en la forma en que la presidenta Sheinbaum aborda el tema al emplear una narrativa que pone en tela de juicio la legitimidad de la jueza, Sheinbaum está banalizando la justicia, enviando un mensaje profundamente preocupante: si las decisiones judiciales no coinciden con los intereses o la visión política del poder ejecutivo, pueden ser desacreditadas o ignoradas.
En un país como México, donde las instituciones judiciales han sido históricamente frágiles y la confianza en el Estado de derecho está gravemente erosionada, esta actitud es especialmente peligrosa.
La independencia del poder judicial es uno de los pilares que sostienen cualquier democracia funcional. Atacar esa independencia debilita gravemente la credibilidad de las instituciones que deben garantizar justicia, y en México, un país profundamente afectado por la violencia y el crimen organizado, erosionar aún más esa confianza institucional es un lujo que no podemos permitirnos.
Sheinbaum asume una posición alarmante al priorizar la voluntad del pueblo (su voluntad política) sobre la ley, un acto que favorece la concentración del poder en el ejecutivo. En una democracia como la mexicana, donde los contrapesos son indispensables para evitar el abuso de poder, este tipo de narrativa fomenta una peligrosa subordinación de la ley a los intereses del denominado segundo piso de la cuarta transformación.
Más aún, en un país donde los grupos del crimen organizado operan con impunidad y control territorial, deslegitimar al Poder Judicial frente a la opinión pública no solo es irresponsable, sino que abre las puertas a un escenario aún más caótico.
Otro ejemplo de la forma en que esta narrativa se despliega socavando al Estado de Derecho es la declaración de Sheinbaum sobre la violencia en Sinaloa. Al atribuir la crisis de inseguridad en Culiacán a la detención de El Mayo Zambada por parte de Estados Unidos, la presidenta está desviando la responsabilidad y evitando un análisis serio sobre la raíz de la violencia en la región. En lugar de abordar las fallas estructurales en la estrategia de seguridad y la fragilidad del Estado de derecho en Sinaloa, Sheinbaum elige culpar a un actor externo, dejando de lado la necesidad urgente de fortalecer las instituciones locales y enfrentar de manera integral al crimen organizado. Plantea dudas sobre de que si ¿deja entrever una suerte de pacto con líderes criminales para no generar violencia ? ¿Pax Narca?.
Este tipo de discurso es extremadamente peligroso en un país como México, donde los grupos del crimen organizado no solo desafían al Estado, sino que aprovechan cualquier fisura en la legitimidad de las instituciones para ganar terreno. En tierra fértil para el crimen organizado, donde la corrupción y la violencia son moneda corriente, alimentar discursos que restan autoridad al Poder Judicial o que culpan a factores externos agrava el problema de manera alarmante.